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76 FR. SERAFÍN DE AUSEJO 1na madurando, hasta poder escribir en el año 58 que ya hacía muchos años que había proyectado tal viaje. Roma será solamente un alto en el camino, porque Pablo tiene sus principios para organizar sus viajes misionales y a ellos se atiene. Dice que mira « .. . como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno» (Roma– nos 15, 20). Y como en Roma había ya muchos cristianos convertidos por san Pedro, él iría a Roma solamente de paso, con el fin de dirigirse luego a regiones que, como España, todavía no conocían a Cristo. Incluso espera que los romanos le ayuden y algunos le acompañen hasta España. «Por eso precisamente me veía impedido tantas vecés de llegar hasta vosotros. Pero ahora, no teniendo ya cam– po de acción en estas regiones, y teniendo, además, desde hace muchos años, vivos deseos de llegar hasta vosotros, espero veros a mi paso, cuando emprenda mi viaje a España, y ser encaminado por vosotros allá, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía» (Roma– nos 15, 21-24). En Asia Menor y en Grecia no tiene ya el Apóstol campo de acción. En todas aquellas regiones ha misionado, él el primero y único, conforme a su propósito. El desbrozaba el terreno, fundaba comunidades cristianas y dejaba encargados de ellas a algunos de sus subalternos. Y aunque tantas veces se ha visto impedido de llegar hasta Roma -bien entendido que será siempre de paso-, ahora vislumbra la posibilidad de llegar allí con motivo de su anhelado viaje a España, donde espera ser encaminado por los mismos romanos, que tanta comunicación tenían, especialmente con la Bética. Sólo se impone un pequeño retraso. Como en Grecia ha recogido abundantes limosnas para la empobrecida iglesia de

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