BCCCAP00000000000000000001701

FR. SERAI<'ÍN DE AUSE.TO ,_ O,_ F .. M.:__ClAP. ............................... .. ·-•••'"•••H••·• _........ ~ ~•• •n••------ ••O• •••••··••••••••••••••• ..... ■••• ••••••• H• 337 la Santísima Virgen, porque conoció ,ser ésta la divina voluntad, para que nos quedase en el .mundo este ejemplo de obediencia y esta perfectísima conformidad de su querer con todo lo que era de su divino beneplácito. Fué crucificado y muerto nuestro Señor J esucri~to, porque libre y espontáneamente quiso El misrno sacrificarse a la divina justicia, y no por la dura necesidad, como mue– ren los pecadores hijos ele Adán; murió su Madre Santísima, y no por_ la preciosa con– dición y ley de los demás mortales, sino por un acto libre y meritorio de sit voluntad, con que, dejándolo Dios a su arbitrio y elección como piadosamente J_o · han creído al– r;unos contemplativos (37), eligió el mor-ir 3, pagar esta pensión de la humana nat1traleza, para no discrepar un ápice de la semejanza con el Unigénito del .Eterno Padre Y suvo. Fué esta elecci6n y ofrenda ele un mérito y valor tan sobreabunclante en nuestro Se– ñor Jesucristo, que él solo f~é muy suficiente para líl, redepción del universo; y fué tan sublime, perfecto y agradable a Dios el de la Virgen Santísima que no admiten con él co1~paración los actos más heroicos de resignación y conformidad con la voluntad divina de los santos y de los mártires en sus respectivas muertes y tormentos. La obe– dienda de éstos y la verdad con que se sometieron al divino e irrevocable decreto de su muerte dista casi infinito de la de nuestro divino Redentor, con el que sola la de·· su Santísima Madre puede tener igualdad de imitación y de semejanza en toda la extensión de lo posible,• annc¡ue no en cuanto al mérito y perfecci6n, porque la una es de pura criatura y la otra de un hombre que es justamente Dios. verdadero. · No penséis que me excedo en lo que os cligó. Sn obediencia fué tan alta y de tanfo mérito en su divina aceptación que no dudan decir algunos santos y expositores que, cuando en el Salmo 85 pide David al Eterno Padre, a nombre de su Unigénito hnma– nado, QU(l; le salve y libre de los horrores de la muerte, mirándole como a hijo .de su esclava, lo hace proponiendo no sólo el mérito infinito <le su obediencia prouia, r;1as también el de la obediencia perfectísima de su Santísima Madre, de quien recibió el sr · humano y a quien estuvo El obediente en cuanto hombre" (38). En estos párrafos nuestro santo apóstol, aseverando una vez más q1Je los actos de María oorren paralelamente a los Petos de Jesús, expone: 1) La obediencia de la Virgen, que se somete g,1Stosa á la ley de morir porqlle también se sometió Jesncristo a esa ley., ,2) El motivo de tal obe– diencia, que fué prestar rendido y total obsequio de su voluntad per– sonal a la voluntad divina, lo mismo que lo había hecho Jesucristo con su propia muerte. 3) El modo enteramente libre de someterse a la lev común de morir, pues lo mismo que Cristo se sacrificó Ubre y esnon·– táneamente y no por necesidad o ley de naturaleza, así también María Santísima muere, no ·por precisa condición de naturaleza, sino por un acto libre y meritorio de su voluntad, á cuyo arbitrio v elección, había dejado Dios el hecho de que eila muriese o no; y María· eli¡.dó la muerte ,par& no discrepar un ápir-e de su semejanza con Cristo. 4) 'El valor y (37) En este lugar, al pie de la página, el Beato cita a SoR MARÍA DÉ .h:sús DE AGRÉDA, Mística Cútdad de Dios, parte 3, cap. 19, núm. 739. La Venerable introduce a Jesús ha– blándole así a su Santísima Madre en el momento eÍ1 que está pa.ra salir de P-ste ,W,Ode-~ ,'L,,,,.,;:c,¡•• ,,,r.,::,.c1r,. "...Y porque hice que como Madre mía entraseis en el mundo libre y exenta de la culpa, tampoco para salir de él tiene licencia ni derecho de tocaros la muerte" (edición de Barcelona; 1860, tomo VII, pág. 298-299). ' (38) Obras, tomo V, 1· 179-181.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz