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336 13EATO D1EGO JOS:é DE CÁDlZ cesidad de naturaleza, hubiera podido pasar directamente de la vida mortal a la gloriosa sin gustar la muerte .. Por lo tanto, la libertad de María ante la muerte tal como la. defiende fray Diego no habría sido una facultad habitual y permanente, un don o privilegio concedido junto con la gracia desde el primer instante de su ser y de por vida, sino una simple concesión de carácter transitorio, accidental, otorgada en el mo– mento de tener ya que salir de este mundo. Algo, en fin, parecido a lo que se dice del tránsito de Enoc o de Elías. Mas tampoco podemos admitir esta interpretación por tres razones: a) porque ya fray Diego nos ha adv~rtido en el párrafo que venimos comentando que María no estuvo en manera alguna comprendida en las penas del pecado original; b) porque esa interpretacién, que supone a María sometida a la muerte por necesidad natural, contradice clara~ mante a lo. que nuestro Beato afirma después, al decir más adelante que :María murió, "no por la precisa condición y ley de los demás morta– les, sino por un acto libre y meritorio de su voluntad", y de aquí pre– cisamente deduce él la perfecta analogía que sostiene haber existido entre la muerte de María y la de Jesús, el cual también murió libre– mente "y no por la dura necesidad"; e) y ,porque en los apuntes para el proceso inquisit.orial fray Diego traslada la cuestión al campo del Derecho de María a la inmortalidad, y deduce la exigencia de ese de– recho, renunciado luego por María, del origen de la muerte según Rom. 5, 12, del caso de Ester como tipo de María, y de Ia superioridad de la Virgen Madre, asociada con Cristo al orden hipostático, sobre Adán inocente. Este derecho privilegiado no habría sido, pues, en Ma– ría algo tran,sitorio, sino un estado permanente, efectivo, real y de por vida, a no haber sido renunciado por ella. Por lo tanto, nuestro santo misionero concibe esta cuestión en toda la plenitud de su alcance, corno cuestión de derecho a la inmortalidad desde el ,primer .instante de la existencia de María, y no como simple dispensa del hecho de morir, ofrecida al final de su vida terrena. Inmediatamente después del párrafo que acabamos de comentar, el Beato pasa a explicar la primera de las causas que produjeron en Ma– ría la muerte, o sea, la obediencia al Eterno Padre,. Y al tratar de esta obediencia es cuando él propone y sostiene con toda claridad y firmeza que 1a Virgen María no murió por la necesidad de la naturaleza como los demás mortales, sino porque, habiéndolo dejado Dios a su arbitrio y elección, ella •eligió. libremente la mortalidad y el morir de hecho. He aquí el párrafo en toda su extensión : "Aquelia rara y singular obediencia con que, a ejemplo de su santísimo Hijo y Dios verdadero, se sometió, humilde, a la ley de la purific,.ción, como Aquél al de la circun– cisión, estando los des expresamente excluídos de su precisa observancia, porque care– cían de la inmundicia y del pecado de que ellas eran rernedjo, esa misma la hizo y la inclinó a someterse gustosa a la ley de \morir, porque -.:ió 'sometido a ella a ,Ht, inocente y divino Hijo. Padecióla Este por hacer la voluntad de su Eterno Padre, que fué de entregar a la muerte de cruz a su Unigénito hurnanado por la salud de los hombres; y murió. también

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