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._.¡ j *.# · F'R. SlilRAFiN DE AUSEJO, ú. '.F'. :M:. 1 CAP, .,v. ',u..•.......,......,,_••••""•..••••----•••,•, •••un••--••• .............................--...............••u••••••n.......... ••••• • 33i Estos autores, pI'eoeupados sin duda por la idea de aducir ar.guinentos de razón ·teológica-además de Ias pruebas de orden histórico~en favor del hecho de la muerte de María, han querido argumentar, como punto de partida, de la necesidad de ino,rir en que ella se encontró por exi– gencia natural de ,su cop.dición human.a. Pero esta argumentación, s,egún se desprende de la doctrina del Beato, no ,es recta, porque no .atiende· a los posibles privilegios de María. María podía llegar a rn:qrir ,por ser de <:iondición humana, lo mis:µio que Adán en el paraíso, aun antes del pecado, también podía llegar a mori,r. Pero es.e "poder llegar a la muer– te" estaba en Adán impedido por el don preterii•atural de, la inmorta– lidad condicionada; y pudo estar,•y debió •estar, ligado en Maria por la: inmortalidad de privilegio que le corres,pondía tener, uria vez supuestos los privilegios ya concedidos. Cuando María renuncie libremente a ,este privilegio que le ·corresponde, entonces, y sólo ,entonces,· las fuerzas na- 1 turales podrán operar en ella para llegar de hecho al ,efecto destructor de la vida corporal. Síguese, ·pues, que probar ,el hecho de la muerte de la Virgen Santísima sólo porque ésta era de .condición humana, y sin atender al derecho que por especial privilegio le ,correspondía, es argu– mentar üon razones demasiado .endebles, porque parten de un' principio inconsistente: que ella estaba po,r necesidad natural reducida a la· con– dición humana, al estad.o de simple naturaleza. según los meros consti– tutivos del hombre, al cual quedó reducida la humanidad, respeéto de la muerte, por· el pecado. original. Sería, en cuanto ·a 1a eficacia del ra– ciocinio,. lo mismo que si uno intentara probar· que Adán murió de hecho solamente porque ,era de ,condición humana. Como si la inmor– talidad condicionada de que gozó ,en el ,paraíso y la pérdida de ese don por el pecado no hµbieran de ser tenidas en cuenta 'cuando se quiere ,~xplicar la causa adecuada e· histórica de la muerte de los hombres, o sea, la razón última y completa de por qué las fuerzas naturales des– trudoras del organ~smo humano surten su efecto•.. Y por consiguiente , -diremos nosotros exponiendo la doctrina del santo capuchino-~ como si el privilegio de la inmortaUdad de María reclamado por ,privilegios ya ·recibidos por ella, y la renuncia voluntaria. de ,ese privilegio no hu– bieran de ser tenidos en cuenta cuando se quiere explicar la causa ade– cuaaa e histórica por la cual la Santísima Virgen se vió, sujeta a. la pa– sibilidad y murió de he.cho con muerte real y verdader,a... Si nos atenemos, por lo tanto, a la doctrina sustentada por ,el Beato, síguese lógicamente ,de ella que, para probar el hecho de la· muerte de , la Santísima Virgen, 'no podemos· argumentar con argumentos de razón t~ológica en cuyas premisas inte;rvenga la sola y simple ley de la natu– ral condición humana, o sea, sin compararla con lo~ privilegios de· María, con su particular situación re~pecto de la ley del pecado y con la razón o motivo por el cual a las leyes naturales se les deja surtir su ,efecto destructor; en una palabra: con, la causa adecuada, completa, histórica, de la existencia de la muerte, que es. el pecado. La muerte de María habrá de probárse ante todo po,r la tradición, a la cual nuestro Beato concede,, desde luego,· no sólo .valor de testimonio histórico, sino . también dog1nático. Con el argumento de tradición. así entendido, queda
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