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S3ó 13'.F.,A'l'o bílnó:O Jost DE cÁDr.z ----------------- ·······•························· de vista teológic·o (29); y conocida es también la cerrada y justa opo-. · sición adopta.da contra él por partei de muchos teólogos, En este aspecto _de la cuestión, nuestro Beato está también en abierta oposicíón con se– mej anté hipótesis. En conson-ancia con la t:r:adición de tantos siglos y la firme persuasión del .pueblo cristiano, también él sostiene, sin dej a-r el menos resquicio a la más leve sospecha en favor de la tesis contraria, que la Virgen Santísima murió de hecho con muerte real y verdadera. :En los textos arriba citados y en los que luego vamos a transcribir se. comprueba con evidencia cómo, éste es el s-entiir de nuestto misionero. Mas, al explicar ,el hechó de la muerte y determinar las causas que la produjeron, y ,por consiguiente, al -examinar la situación de María en orden a las leye,s naturales que conducen a la muerte, la doctrina defendida por fray Diego nos obliga a subdistinguir. Una cosa es lo que sucedió de hecho, y otra lo que debiera hahe.r sucedido, dada la particular situación jurídica de María, derivada de privilegios anterio– res ya conc-edidos, particularmente la asociación al orden hipostático y la exención del p~cado. Nuestro Beato niega rotundamente f!Ue María estuviese sujeta a la muerte por simple ley de natµraleza, toda vez que rre cor•respondía ser inmortal por privilegio. El ·privilegio de la exención de la muerte le fué ofrecido, ,puesto ,que lo exigen privilegios anterio– res. Mas ella -rehusó aceptarlo y libremente lo rechazó por: tres motivos: __ por obedecer a los deseos del Eterno Padre, que quería la muerte del Redentor como único medio de redención humana; po-r asemejarse en todo a su divino Hijo, que también libremente aceptó el morir; y por contribuir con los méritos de su pasibilidad y de su muerte al beneficio de la humanidad. Por lo tanto, fray Diego supone que la ca·pacidad na– tural de María para morir debió haber quedado suspensa por un pri– vilegio excepcional que Dios le ofreció y que no -era · sino connatural Domplemento de los otros privilegios ya concedidos y aceptados. Si Ma– ría no hubiera rechazado tal privilegio, hubiera sido inmortal por de– ['echo privilegiado y de hecho. Pero lo rehusó, y por haberlo rehusado, quedó reducida a la mortalidad de hecho. Nótese bien que hablamos de un derecho pr'ivilegiado a la inmortalidad y no de un derecho natu-. ,ral • po11que e-ste derecho nacería de un privilegio anterior y no de exi– ger{cias de su naturaleza. Nunca tuvo, pU:es, la inmortalidad de hecho, desde -el momento en que libremente se sometió a la ley de la muerte. De lo dicho se desprende. que nuestro beato D/go tampoco milita en el campo de aquellos que pretenden probar ,el hecho de la muerte de María sólo porque ella era hija de Adán y de condición humana (30). (29) -Cf. BALI<'.:, op. cit., p. 44. No hemos. tenido ocasión de examinar personalmente. la obra de Jugie. Conocemos su opinión a través del citado padre BALII:; de J. A. DEI, ALDAMA, S. I., La muerte de la Santísima Virgen, según una obra reciente, en Estudios Eélesiásticos, 21 (1947), 291-321; F. DE P. SoLÁ, S. I., Acotaciones a un libro asµncio– nista, en Estudios Eclesiásticos, 21 (1947), 337-355; E. SAURAS, O. P., El misterio de la Asunción y la firmeza teológica que ha alcanzado, en Ciencia Tomista, 74 (1948), 57-97. (30) Véase principalmente BALII:, opúsc. cit., p. 44-51. En el mismo sentido E. SAU- · RAS, O. P., art. cit. de Ciencia· Tomista, 74 (1948), 84, y su estudio anterior de Estudios Marianos, 6 (1947), 47.
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