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328 BEA'l'O DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ gares comunes, fáciles por lo tanto de encontrar en cualquier orador sagrado medianamente culto y diligente. Mas este enjuiciamiento no es exacto ni justo. Desde luego, no olvidemos que el santo misionero capuchino escribe lo que predica al ,pueblo. Y con dieciocho siglos de tradición mariana por delante, y dirigiéndose al bien espiritual del pueblo mediante la predicación sagrada, ¿ quién pretenderá que, dentro de la más pura or– todoxia, se puedan proponer novedades doctrinales o elucubraciones cien– tíficas: siempre abstrusas para la generalidad de los Oyentes? Sin embargo, fray Diego predica a sus contemporáneos las verdades mariológicas que más interesan a nuestros días, o sea, las prerrogativas fundamentales de la Santísima Virgen, vistas a la luz de su gloriosa Asunción a los cielos. Utiliza las fuentes más seguras de la tradición, los escritos de los Santos Padres y las obras de los mejores escritores medievales, tan llenas de piedad y de unción marianas; penetra el sig– nificado teológico de esas verdades y lo expone con claridad y lo des– arrolla convenientemente, para que las inteligencias de su tiempo 1o comprendnn con facilidad. y es también, por otra parte, testigo fiel de las creencias más sanas de la piedad cristiana de su siglo. Todo esto nos 1Jarece hoy muy sencillo y natural. cuando la creencia asuncionista ha llegado a tal grado de madurez que bien uudiera esperarse una pró– xima definición- dogmática. Mas en tiempo de nuestro Beato no se ha– bía alcanzado ese grado de madurez, y consignie;ntemente su labor asun– cionista es más digna de tenerse en cuenta. Hay, además. otros aspectos por los que su labor resulta doblemente hener·érita: por lR moderación literaria con que se expresa-en aquel siglo en que la. oratoria saRTáda se había conve,rtido cm palestra de acrobacias mentales y retóricas de pésimo gusto-y por la exactitud teo1óp'ica de todas sus proposiciones, precisamente en medio de la des– orientación doctrinal de muchos teólogos de su tiempo, en la que in– currieron hasta los doctores -cons,picuos. que censuraron su doctrina de "poco sana", de "sueños místicos" v de '.'inverosímil" en el Tribunal de la Inquisición. . L II LAS CAUSAS DE LA MUERTE DE MARÍA SEGÚN EL BEATO DIEGO Y CENSURA DE 'SU DOCTRINA EN EL PROCESO INQUISITORIAL 1) Síntesis de la do'ctrina del beáto Diego Antes de examinar los textos del santo misionero, vamos a exponer en síntesis su doctrina y hacer de ella algunas aplicaciones lógicas en orden al tema del que nos hemos de ocupar: las causas de la muerte de la Se.ntísirna Virgen, y más concretamente, su libertod ante la muerte y su derecho a la inmortalidad voluntariamente renunciado.
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