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la exterior magnificencia y aparato, el ·modo con que fué sublimada la Madre por su divino Hijo y Criador en este día... No lo tengáis por hipérbole. Reflexionad que, cuan– do subió el divino Redentor, salieron a recibirle los coros de los ángeles, únicos ciuda– danos, ~tonces, de la corte celestial; y que, cuando es conducida a ella su Reina soberana, se deja ver el mismo- Unigénito del Eterno Padre con todos ,los cortesanos del cielo... ¡Ah! ¡ Cuánto es lo que aparece más glorioso, magnífico y concurrido este segundo triunfo, en la Asunción de María Santísima nuestra Señora, que aquel primero, en la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, su Hijo soberano! ¡ Cuánta mayor solems nidad y aparato en el uno que en el otro! ¡ Y cuántos motivos de un nuevo júbilo en los ángeles y santos, al ver a la divina Madre honrada, festejada y aplaudida incomparable– mente, más que por todos ellos, por su mismo Criador e Hijo verdadero!" (25). En la ponderación de lo que fray Diego llama con l_os teólogos qloria esencial de la Asunción. o sea la ¡:doria inefable que Ma<ría empieza a poseer y g0zar en este día, nuestroLBeato tiene .pávrafos admirables, en los que resume ,perfectamente las principales grandezas de la Madre de Dios y de los hombres. Sólo vamos a transcribir el siguiente, donde, en pocas frases, tributa a María los títulos más hermosos de la teología ma,riana moderna .y donde deja traslucir su filiación teológica francis– cana, al hacer depender de María 'len Dierto modo", e,s decir, secunda– ria pero realmente, la gracia santificante de los ángeles y la gloria esen– oi.al de que gozan : "¿ Cuánta [n:o sería la gloria esencial de] la que fué restauradora del mundo, repa– radora de la vida, corredentora de los hombres, coadjutora y cooperadora con su san– tísimo Hijo de la grande obra de nue.stra redención, nuestra medianera y nuestra re– conciliadora ,con el Eterno Padre; la que, como Madre de la divina gracia, lo es jun– tamente de los justos, de los santos, de los bienaventurados y de los ángeles misn;ios, que, en cierto modo, la deben el ser de la gracia con que fueron santificados y el de la gloria con que son y serán perpetuamente beatificados?" (26). Por último, enaltedendo nuestro santo misionero 1a gloria esencial de María, la cual "Es tanta, que el mismo cielo y cuantos en él se hallan son engrandecidos y condeco– rados eón una gloria nueva, especial, indecible y superior a cuanto puede imaginar– se" (27), demuestra a continuación cómo María constituye en el ,cielo por sí sola o j llnto con su santísimo Hijo una jerarquw o coro particular, gloria que a ninguna otra pura criatura ha sido ni será concedida (28). Al ver las ideas del beato Diego ·expuestas en los párrafos que pre– ceden, tal vez alguno pensará que nada nuevo contienen y que son lu~ (25) Obras, tomo V, p. 213. (26) . Ibid., p..218. (27) Ibid., p. 224. , (28) Ibid. Para el pensamiento de que María constituye en la gloria una jerarquía o coro particular, el 'Beato. cita eri la nota al pie de la página a Suárez y a Cartagena. Con todo, el pensamiento es tradicional en la Iglesia y lo desarrolló particularmente san Buenaventura, Véase APERRIBAY, art, cit. en Estudios Marianos, 6 (1947), 350.
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