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VEINTICINCO AÑOS DE SEMANAS BÍBLICAS ESPAÑOLAS XV consigo, fácilmente habríamos abandonado la enseñanza de la Biblia, para dedicarnos a otros quehaceres sacerdotales que exigen menos esfuerzo y muchas veces son bastante más gratos. Ya lo habían hecho así no pocos predecesores nuestros; y desgraciadamente, también algu– nos compañeros nuestros lo hicieron después. Por consiguiente, el camino recorrido por nuestras Semanas en es– tos 25 años ha sido seguro y eficaz; y, a pesar de sus deficiencias, ejem– plarizante para las generaciones que nos han de seguir. Que nunca olviden éstas que nosotros partíamos de cero. III. REALIDADES OBTENIDAS Un recuento somero de los trabajos leídos en las Semanas durante estos 25 años arroja la respetable cifra de unos 400. De ellos, aproxi– madamente 300 vieron la luz pública. Las Semanas han nutrido tam– bién de artículos bíblicos a la mayoría de las revistas cientificas pu– blicadas en España en estos 25 años. Para comprobarlo, bastaría repasar los índices de tales revistas eclesiásticas. Además, al abrigo también de las Semanas y del Instituto "SuÁREZ", se publicaron no po– cos volúmenes de investigación científico-bíblica. Y sobre todo, desde la Semana XII en adelante, aparederon esos densos volúmenes anuales que recogen los estudios leídos en la Semana correspondiente. La tónica y la evolución de los estudios bíblicos en España se refleja también en las publicaciones que las Semanas motivaron. En las pri– meras Semanas -y esto se manifestó más durante las discusiones-, hubo posiciones mentales que parecían cerrarse a todo lo que fue– ra repetir cuanto nos habían enseñado los grandes escrituristas espa– ñoles de los siglos clásicos, y atrincherarse tras los decretos de la P.C.B. de principios de siglo y de cuanto se creía -tal vez un poco cándidamente- muy "tradicional". Posteriormente, sobre todo a par– tir de la encíclica "Divino afflante Spiritu", las mentes se esponjaron; los profesores se asociaron al progreso actual de los estudios bíblicos. Nunca hubo que lamentar excesivas estridencias, gracias al fino y siem– pre ortodoxo sentido teológico de los españoles. Pero el "signo bíbli– co" de los tiempos se manifestó también entre nosotros. Y el carác– ter científico de nuestras Semanas ha sido de constante superación. Recuerdo a este propósito que, en una reseña de la revista romana BIBLICA (4), relativa a la Semana de 1941, se señalaban dos estudios -dos nada más- como de especial relieve científico. En las Semanas de los últimos años, difícilmente se podrán señalar dos que no estén a la altura media científica generalmente admitida entre los especialistas. Queda con ello demostrado que, en el renacer de los estudios bíbli– cos en Elspaña, las Semanas han sido, y son, la institución más perma– nente, más sólida, más eficaz, más fecunda, más lograda para ese rena- (4) Cf. R. GALnós, La Segunda Semana Bíblica Española, en "Bíblica" 23 (1942), 236 s. [7]

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