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XVI SERAFÍN DE AUSl!:JO, OFMCAP. cer entre la generación de mi tiempo. Y -como ejemplo a seguir y perfeccionar- lo serán también para la generación que nos siga. IV. Los QUE CAYERON Sería imperdonable no dedicar en esta ocasión un piadoso y emocio– nado recuerdo a aquellos que ya no están con nosotros, pero que tan– tas veces nos iluminaron con sus sabias disertaciones. Algunos -muy pocos- estaban ya plenamente maduros cuando empezaban nuestras Semanas, en las que repetidas veces intervinieron. Permitidme recor– dar siquiera los nombres de los RR. PP. Bover, Colunga, Fernández, Ramón, Antolín, etc., etc. Otros -los de mi edad- comenzaron a darse a conocer con ocasión de las Semanas; y entre éstos, nunca olvidaré a mis dos queridos condiscípulos del Instituto Bíblico de Roma, los Dres. Ayuso y Enciso (éste fallecido el año pasado como obispo de Mallorca). Vaya para ellos mi recuerdo de compañero y mi oración de sincero amigo. Y de propósito dejo para el último lugar, con el fin de dedicarle párrafo aparte, al principal de todos aquellos que la muerte arrebató de entre nosotros: al Exorno. y Rvdmo. Sr. D. Leopoldo Eijo y Garay, patriarca-obispo de Madrid. El fue durante muchos años el alma de las Semanas; él aprobaba los temas que habían de estudiarse aquí; él supervisaba los programas; el presidió, mjentras pudo, Semanas ente– ras; él nos dirigía todos los años, personalmente, su autorizad.a pala– bra, llena de calor y de entusiasmo por los estudios bíblicos, y llena también de nostalgia por no haber podido dedicarse plenamente a ellos, como habían sido su inclinación y su ardiente deseo. Y si en alguna ocasión no podía estar entre nosotros, se tomaba el trabajo de enviar– nos por escrito su mensaje orientador y estimulante para que la Se– mana se celebrara tan dignamente ,como deseaba él. Y hasta falleció como si dijéramos, en la brecha. Estábamos reunidos en Tarragona. donde, en 1963, con motivo del Centenario Paulino, íbamos a celebrar la Semana; y, en vísperas de ella, nos llegó la triste noticia de su muerte. A este esclarecido varón le d.eben las Semanas su existencia, su continuidad, y no poco de su evolución y de su progreso. Gloria eterna al que fue nuestro principal apoyo durante tantos años. V. ESPERANZAS PARA EL FUTURO Dos palabras quiero añadir -Y con ellas terminaré- para aquellos profesores bíblicos de España que se encuentran hoy en plena madu– ración científica y para los valores jóvenes que empiezan a despuntar. No os desliguéis, queridos amigos, de las Semanas Bíblicas. Aportad a ellas vuestros frutos ya en sazón o vuestras jóvenes inquietudes. Si algo hemos hecho en estos 25 años los que partíamos de cero, mucho más podréis hacer vosotros en los segundos 25 años de las Semanas. ¡Y es tanto lo que queda por hacer... ! [8]

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