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Hno. Osear Castillo B. ofmcap. PREFECTURA MISIONAL DE LOS CAPUCHINOS BAVAROS Roma nombró en 1900 el primer prefecto alemán en la persona del P. Burcardo de Rottingen de 36 años y con tres de estadía en Chile. Es notorio el perfil más estructurado y ordenado que va adqui– riendo la misión, con el trabajo de los nuevos misioneros y el sostén de sus hermanos de origen, la Provincia capuchina de Baviera. Para ellos parece natural que el párroco visitase las escuelas; y enterados que la ley chilena da atribución a éste para la clase de religión en las escuelas fiscales, dan la mayor importancia a tales labores; a diferencia de los italianos, que se abstu– vieron de ser profesores de colegio y administradores, asignando a otros y al estado esas funciones. Estos pues en cambio se dieron a construir 'escuelas-capilla' en los lugares más apartados, y hasta en las ¡formas más elementales!, cual base para su acción misionera. Los misioneros bávaros trabajaron intensamente, caracterizándose por su identificación con el lugar. El Papa Pío XII diría más tarde que: "La misión de Araucanía era la mejor organizada del mundo'. Ellos destacan cual hombres de empresa, dinámicos y emprendedores, dedicados con afán a realizar su obra concreta material en Araucanía: civilizando, creando escuelas, levantando de la condición primitiva y enseñando la fe elemental. LA MISION EN LA ISLA DE PASCUA Hasta 1937 Pascua perteneció al Arzobispado de Santiago, bajo la cura pastoral de la Vicaría castrense de la armada, que la atendía una vez al año durante los 11 LA HISTORIA UN LUGAR TEOLOGICO CUADERNOS FRANCISCANOS JULIO/SEPTIEMBRE 1998 Nº 123 días de permanencia en la Isla del barco de la "Compañía exploradora de la Isla de Pascua", en que viajaba un capellán. En ese tiempo llegaron allá algunos capuchinos de Santiago, como, en 1918, los padres Bienvenido de Estella y Domingo de Beire. El P. Bienvenido consignó buena infor– mación de aquella realidad en: "Mis Viajes a Pascua" (Imprenta Cervantes, Stgo. 1921), con un censo de la población y el catastro de las propiedades de indígenas y colonos. El P. Domingo se refiere a ellos en sus Memorias de Misiones. Hasta que en 1935- 36 el capuchino de Araucanía Sebastián Englert, permaneció catorce meses en la Isla por encargo de la Universidad de Chile, en misión científica: investigando su cultura ancestral y configurando un elenco de todas sus piezas arqueológicas. Fruto de ello fue la resolución del Arzobispado de Santiago de traspasar al Vicariato Apostólico de Araucanía aquella grey, para asegurarle la presencia per– manente de un misionero capuchino. Desde entonces, el P. Sebastián permaneció confinado en la Isla 34 años, hasta su muerte. En la primera época no contó con comunicación alguna con el continente, ni siquiera por radio, fuera de la llegada una vez al año de un barco que traía provisiones. En 1957, tras 20 años de quehacer misionero, Araucanía obtenía allí una importante victoria, desapercibida pero trascendental. Con la ayuda especializada de Alemania lograba bajar a sólo 23 el número de leprosos, y al fin extirpar la lepra. El P. Sebastián es un monumento de carácter religioso, humano y científico en Pascua. Recibió galardones de Suecia, Alemania y Chile. El célebre explorador Thor Heyerdal escribió de él: "de repente me di cuenta de hallarme frente al

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