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Hno. Osear Castillo B. ofmcap. El 23 de Octubre de 1848 llegaba a Valparaíso tras cinco meses de navegación desde Génova, Italia y atravesando el Cabo de Hornos, la primera comunidad de 12 Capuchinos que había de establecerse en Chile. Desde Valparaíso se trasladaron a Santiago siendo hospedados en la Recoleta franciscana, al otro lado del río Mapocho, ocupándose entre tanto en dar misiones en los alrededores y predicar en diversos templos. Les antecedía en la ciudad las capuchinas, cuyo monasterio de la Santísima Trinidad se alzaba entonces desde 1727 en el mismo lugar que ahora ocupa el anexo cárcel y que heredó su nombre. Dos meses más tarde, Enero de 1849, ya no quedaba ninguno en Santiago, encontrándose todos en sus puestos misionales en el sur. POLITICA DE ESTADO Tras el afianzamiento de la Independen– cia nacional después de 1820, los diversos gobiernos habían planeado integrar efec– tivamente a Chile el territorio araucano, comprendido desde la frontera del Biobío a la isla de Chiloé, entre los Kilómetros 500 y 1100 al sur de Santiago. Hasta ese entonces aún funcionaba como territorio independiente; era enteramente ajeno a la causa patriota y sólo había llegado a aceptar la presencia del misionero 'partiru' jesuita, dos de los cuales sin embargo masacraron en Elicura en 1612, siendo más tarde injustamente expulsados de las colonias españolas. Posteriormente el pueblo ma– puche había aceptado la presencia del misionero 'partiru' franciscano, pero estos hicieron crisis durante la independencia enfrentados a los patriotas, resultando una vez más Araucanía abandonada de la causa misional por cerca de 28 años. LA HISTORIA UN LUGAR TEOLOGICO CUADERNOS FRANCISCANOS JULIO/SEPTIEMBRE 1998 W 123 Tras los franciscanos españoles vienen en 1848 los capuchinos italianos (uno alemán) a instancia del presidente Manuel Bulnes, un general victorioso de la 1 ª guerra contra la confederación Perú-boliviana (1837-9). Bulnes procuró la labor misional entre los araucanos ante todo como una política de estado del gobierno chileno, 'que consideraba el territorio de éstos parte del territorio nacional'. Cada uno de los misioneros se comprometía a vivir y laborar por diez años entre los mapuches. Su función posee para el gobierno más corte civil que religioso, como en el caso del rey 'vicario pontificio para América'. No considera primordial por tanto una presencia testimonial de la orden, cuanto un cometido de 'trabajo explícito'. Por su parte los capuchinos, con su ancestro eremítico y retraído se habían preocupado de consignar en el contrato, que ellos "no venían para dar clases, ni para cuidarse de colegios ni administraciones; y que contarían con la necesaria privacidad de alojamiento en los edificios que se les proporcionase". Existió sin duda una dualidad en el modo de enfocar el proyecto misionero, pero al fin ambas partes concordaron en un contrato escriturado entre el gobierno y el Vaticano (Sagrada Congregación de Propaganda Fide). COMETIDO MISIONAL Los capuchinos según esto se hicieron cargo de Araucanía propiamente tal: la faja de cordillera a mar comprendida entre los ríos Imperial-Cautín hasta el Toltén, distante 700 kilómetros al sur de la capital; dónde no existía ninguna misión establecida, como de toda la región sur hasta el río Maipué, bastante más al sur de Osorno, con
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