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LA HISTORIA UN LUGAR TEOLOGICO CUADERNOS FRANCISCANOS JULIO/SEPTIEMBRE 1998 N' 123 los doce de _mayor edad son todos venidos como misioneros. Llegaron a quedar religiosos chilenos al frente de sus fraternidades respectivamente en el centro y en Araucanía, recién en 1975 y en 1991. En 1982 ambos distritos vinieron a conformar la provincia unificada de Chile, que integran todos los capuchinos radicados en el país, cual miembros natos o como huéspedes. El convento de Santiago volvió a ser entonces la casa central de los capuchinos de todo el territorio. Así el proceso de la orden de hermanos menores capuchinos en Chile ha venido paulatinamente en estos 150 años de su historia desde un cometido explícitamente misionero de 'religiosos del extranjero en remotos parajes indígenas'; a constituir hoy una fraternidad de 37 hermanos de Chile y 32 de distintos países; esparcidos en 22 casas ·en el centro y sur, a lo largo de más de mil kilómetros de nuestra larga y angosta geografía. Unidos esencialmente por la fe y "el seguimiento de N. S. Jesucristo y la forma de vida de San Francisco de Asís, a la manera de los apóstoles". Ha habido aproximadamente unos 600 capuchinos profesos que han integrado las filas de la orden estos años aquí. Signo de los tiempos que corren hoy es que el capuchino vea confrontado su carisma con el sentir de la "posmodernidad'. Con la actitud de liviandad, hedonismo, efectivismo e inmediatismo, que penetra también en el ánimo de los religiosos cual sentido pragmático de la vida: 'para las obras o sus empresas'; antes que cual 'presencia franciscana-fraterna'. Ello disipa cada vez más el objetivo fundante de "¡seguimiento! Hno. Osear Castillo B., ofmcap. de Cristo a la manera de Francisco; de la forma de vida apostólica y evangélica, como éste la asumiera". En realidad "la modernidad plantea los cuestionamientos mayores a la religión. Lanza una pregunta de sospecha respecto a toda ella, pero de la que hay que hacerse cargo como insoslayable y que no hay que evadir, aunque resulte incómodo. En Latinoamérica a veces se pensó que era posible saltarse esas interrogantes. Pero el que es piadoso o religioso, no se traga las preguntas, sino que las asume". Negar la posibilidad de la crítica, del análisis de lo que acontece es la rendición de la razón, es juzgar inútiles las ideas y supérflua o ingenua la actividad del pensamiento. Es la involución agnóstica, el encararse dentro de sí sin referencia al pensamiento -que permite objetivar la realidad-. Es en el fondo denegar por adelantado la inteligibilidad religiosa o teologal de toda ella y dejar que las cosas ocurran como venga. Es pues de la mayor importancia para el capuchino de hoy y del mañana el testimonio lúcido, libre, personalísimo y carismático en su medio, de la vocación esencial en segui– miento del Cristo pobre del Evangelio. Despojándose de bienes materiales, hege– monías y manejo social, acogerse y obedecer fundamentalmente a Dios; única perspectiva absoluta de todos los hombres. Hacer de su vida el más transparente testimonio de adoración y esperanza trascendente. Expre– sión de una renovada cultura de fe, en la base del pueblo de Dios y de la sociedad civil. Simple, pero pujante corriente espiritual de iniciativa, creatividad y desarrollo integral del yo, como de todos los hombres; a alabanza y gloria de Dios.

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