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ARTICULOS La experiencia vocacional de san Francisco * Fr. Lázaro lriarte, ofm cap. Francisco podría ser definido el hombre "dócil al espíritu del Señor". Precisamente por ser tal, fue instrumento del designio de Dios, l•egítimo hombre del carisma. Nos acercamos a él para pre– guntarle sobre su vocación: qué conciencia tuvo de la misma y cómo logró identificarse con su misión en la Iglesia y en el mundo. Volvemos a dirigirle la pregunta que, se refiere, le ,hizo un día fray Ricerio: "Dime, Padre, ¿cuál fue el ideal que tuviste en los comienzos, cuando comenzas– te a tener hermanos, y cuál es el ideal que te guía ahora y al cual piensas mantenerte fiel has– ta el día de tu muerte?" (LP 66). 1. CONCIENCIA, EN FRANCISCO, DE LA INICIATIVA DE DIOS EN SU VOCACION Francisco tuvo durante toda su vida la persua– sión viva de hallarse bajo la acción del espíritu de Dios, desde el comienzo de su "conversión". Todo fue puro don de Dios, iniciativa de Dios que se anticipaba con su gracia. En el Testamento, documento que nos muestra como ningún otro, con luz retrospectiva, la conciencia de su voca– ción, se suceden expresiones como éstas: "El Señor me concedió", "el Señor me condujo entre los leprosos", "el Señor me dio tanta fe", "el Señor me dio hermanos", "el Señor me reveló cómo debía vivir ... , me reveló que dijese este saludo ...", "el Señor me ooncedió decir y e·scri– bir la Regla y estas palabras ...". A esta persuasión está particularmente ligada la conciencia de su misión como fundador: "Des– pués que el Señor me dio hermanos, nadie me enseñaba lo que debía hacer, sino que el mismo Altísimo me reveló que. debía vivir según la for• ma del santo Evangelio" (Te·st. 14). Esta pi,otesta, al fin de su vida, viene a reforzar la respuesta que más de una vez había dado a los "prudentes" de la fraternidad cuando le presentaban el mode– lo de otras Ordenes monásticas: "iHei,manos, hermanos! Dios me ha llamado a recorrer el ca– mino de la sencillez ... No quiero, pue·s, que me mencionéis otras Reglas, ni ·la de san Agustín, ("') Conferencia pronunciada en el Aula San Antonio, de Roma, el 4 de marzo de 1978. El P. Lázaro es un conocido his– toriador del franciscanismo y colaborador de nuestra revista. ni la de san Bernardo ni la de san Benito ..." (LP 114). Francisco era, pues, un carismáUco. Pero, co– mo verdadero carismático, es decir, dócH al Es– píritu, no sintió ni por un instante la tentación de sustraers·e a la Iglesia visible. En los pr,ime– ros tiempos, cuando el grupo de Rivo Torto no hallaba en las gentes de Asís sino desprecio e incompr,ensión, "Francisco iba con frecuencia al obispo Guido para pedirle consejo" (3 Cp 35), co– mo él mismo lo recordará más tarde: "En los comienzos de mi nueva vida, cuando me separé del mundo y de mi padre terreno, el Señor puso su palabra en los labios del obispo de Asís, para que me aconsejas·e sabiamente y me diese áni– mo en el servi·cio de Cristo" {LP 16). Pero cuando el grupo hubo consolidado su for– ma de vida, Francisco quiso asegurarse el visto bueno del sucesor de Pedro. "Vamos a nuestra santa madr·e, la Iglesia de Roma -habría dicho a sus compañeros- y pongamos en conocimien– to del sumo Pontífice lo que el Señor ha comen– zado a hacer por medio de nosotros, a fin de que podamos continuar nuestra misión conforme a su voluntad y a sus disposiciones" (3 Cp 46). Ob– tenida la aprobación de lnooencio 111, Francisco, "rebosante de ,gozo, dio gracias a Dios omnipo– tente". Y se puso en camino, lleno de esperanza, con gran deseo de ser fiel, con sus compañeros, al proy•ec:to de vida inspirado por Dios (1 Ce·I 34). En el ·restamento expresa •con •exactitud el ori– gen divino de la vocación evangélica, por una parte, y la comprobación que fue a buscar en la visita al Papa, por otra parte: "El Altísimo me r&o veló que debía vivir según la forma del santo Evangelio ... y el señor Papa me lo confirmó (Test 14s). Francisco veía en esta sumisión a la Iglesia jerárquica, la garantía ,insustituible de su fidelidad al mismo ideal evangélico (2 Regla 12). Pero sumisión no significaba, para él, abdicación del ideal. Humildísimo y sumiso, lo sabrá afirmar y defender con firmeza, primero, ante el obispo de Asís, que hubiera querido ver al grupo menos providencialista (3 Cp 35), luego, ante el cardenal Autor de innumerables articules sobre ·temas franciscanos y de varios libros, como "Manual de Historiá Franciscana", "Voca– ción Franciscana", ~te. 67

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