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ESPIRITUALIDAD Y FORMACION CUADERNOS FRANCISCANOS OCTUBRE/DICIEMBRE 1996 Nº 116 do. Lo que sí me extraña es que no esté muerto. Sé bien, querida hermana o hermano lector, que en definitiva todo es gracia. Así lo decía San Pablo y razón no le faltaba. Pero estaremos de acuerdo en que debemos colaborar un poquito. Poco espíritu de sacrificio ¿Te has dado cuenta qué poco tenemos de este espíritu? Hoy, el modelo de ecónomo, son los que invierten bastante en beneficio de la comunidad. A los que no tienen esa característica, se les tilda de taca– ños, sin visión y que no sirven para el cargo. ¿Se han fijado, que siempre pedimos más comida, más calefacción y buenas ins– talaciones? La mayoría de los hermanos venimos de ambientes humildes y curiosa– mente pronto aspiramos a otras formas de vida. Por eso creo que de ecónomos y ad– ministradores deberían estar hermanos y hermanas que se preocuparan de la econo– mía, pero que fueran reacios a gastar, y que tuvieran gran sensibilidad para repartir a los pobres lo que no nos hiciera falta. Sin duda que este tipo de personas se– rían incomprendidas y desarrollarían un oficio ingrato y humilde, poco gratificante ... , pero nos devolverían a la Dama Pobreza. Y con esta compañía... ¡qué bellas y adornadas estarían nuestras comunidades! Cada día más exigencias Cada día somos más exigentes en comi– da, vestuario, mobiliario, medios de comu– nicación etc., etc. Compramos vehículos potentes y confortables. Edificamos y edifi– camos. Se derriban paredes. Se cambian de ■ t)wfe ~. ~ "t,euu4 'P~"... Fr. Jesús L. Rodríguez G. ofm.cap. lugar las salas. Se pintan y repintan los edificios. Se reforman las capillas. Nos ponemos exigentes para construir salas de estar cómodas. ¿Te has dado cuenta que las casas de los religiosos siempre están en plan de construcción? Viene un superior o superiora y pone una cosa. El superior si– guiente la quita. El que viene después debe dejar una huella y construye algo, sin mirar o consultar si hace falta o no. En una espiral de derroche Hablo desde España. Pero he conocido a gente de más de cincuenta países, gente de distintas familias franciscanas, las he escu– chado, y me huele que en los demás lugares sucede lo mismo. Este problema -claro está– se agrava cuando la gente entre la cual que– remos insertarnos vive en un medio más pobre. Entonces, la pérdida de la "Dama Pobreza" es lamentable, por la imagen que se da. Sí, imagen, dado que todo cuenta en nuestra vida apostólica, la cual está siempre condicionada por nuestros elementos: los humanos. Muchas veces, junto a la Dama Pobreza se nos ha perdido la austeridad. Somos exigentes en la calidad, en la cantidad, en fin, en lo que está de moda. Los ancianos nos dan ejemplo de auste– ridad, ¿los jóvenes copian a los ancianos? Se busca de continuo lo máximo permitido. Esto es lo que causa envidia en los demás. Si en una fraternidad se tiene este confort,

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