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Hno. Carlos Bazarra ofm.cap. ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL Entramos en el terreno propio de los Formadores cualificados. ¿Cuál debe ser su talante fundamental frente a los junio:-es? Resumo lo que ya he escrito en otras partes, y sin descender a una casuística accidental. a) La Formación debe ser Evangelio. Según el Evangelio, el hombre y la mujer es lo original, y todo lo demás está orientado a ser plenamente humano. El sábado es para el hombre, la Ley debe ayuda:- al hombre, no esclavizarlo. Acudir a lo repetitivo, a las tradiciones, para actuar en virtud de hábitos y costumbres adquiri::los, es despersonalizar. Esa es la táctica que se emplea con los animales para domesticarlos. La Formación no puede ser imposición extrínseca. "Han roto con Cristo todos cuantos buscan la justicia en la Ley. Se han apartado de la gracia" (Gl 5, 4). Evangelio es seguir a Jesucristo, captar su espíritu y actuar como El actuaría en nuestro lugar. "No quiero sacrificio, sino misericordia" (Mt 9, 13 y 12, 7). "Biena– venturados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7). "Tendrá un juicio sin misericordia quien no practicó la misericordia" (St 2, 13). En compendio: hay que formar para vivir el Evangelio en la prioridad que se da al ser humano por encima de toda estructura que lo intente despersonalizar. Este sería el primer desafío. b) El profeso temporal como sujeto. No es algo exclusivo del profeso temporal, porque ser sujeto es un derecho de toda persona. Por consiguiente, tan:bién al profeso temporal hay que reconocerle su derecho y deber de ser persona. ESPIRITUALIDAD Y FORMACION CUADERNOS FRANCISCANOS JULIO/SEPTIEMBRE 1998 N• 123 La relación formativa, dijimos arriba, no puede ser la de sujeto-objeto, sino la de sujeto-sujeto. Lo que constituye al hombre a imagen y semejanza de Dios es el carácter personal. Ser persona es ser constructor de su propia historia, en libertad y en apertura a los otros. Se requiere respeto a la singularidad personal de cada uno. Pero esto no es fácil. Lo cómodo es la masificación. Es la tentación más frecuente, sobre todo de los nuevos formadores: lograr una uniformidad despersonalizante. Creemos que formamos cuando logramos la implan– tación de unos esquemas de conducta que en vez de maduración y flexibilidad, producen la esclerotización del ser humano. La verdad más sublime se hace execrable desde el momento que anula la personalidad. Mucho más peligroso que el mal uso de la libertad, es la negación de la misma libertad que atenta a la raíz misma del ser humano. El camino a seguir no es la indoctrina– ción o domesticación, sinó la vía testimonial. Manifestamos en la vida nuestra esperanza; vivimos lo que creemos, aportamos lo mejor de nosotros, y lo hacemos respetando la libertad de los demás. Los resultados son lentos, pero no importa: la historia de la salvación pone de manifiesto la paciencia histórica de Dios con su pueblo. c. El formador cualificado: hermano y compañero En el sistema autoritario, el formador era el protagonista, el que dictaba mientras los formandos copiaban al dictado. Con un gran abanico de gradualidades, pero siempre dentro del tipo verticalista.

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