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Hno. Carlos Bazarra ofm.cap. lo han hecho programa de vida (actuar). Excepto algunas limitaciones jurídicas, son religiosos en sentido estricto, y como tales deben ser considerados por los demás miembros de la congregación. Es un motivo más que fundamenta la realidad fraterna que ya tienen por el mero hecho de ser personas. El considerar el proceso inicial como una progresión del ver, juzgar y actuar, no debe entenderse como si fueran compar– timentos estancos, sino acentos, sin excluir en modo alguno ninguna de las actitudes de ver, juzgar y actuar. El junior, aunque acentúe la praxis, sigue también en el empeño de ver y juzgar, y correlativamente postulantes y novicios. Desde la fe cristiana, toda persona es imagen de Dios. Aunque sea pecador, aunque sea un ateo empedernido o comu– nista, es mi hermano. El mandamiento cristiano del amor no se detiene ante los pecadores ni los enemigos: "este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros" (Jn 15, 12). "Yo les digo: Amen a sus enemigos" (Mt. 5, 44). "¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Dice Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18, 21-22). Es un axioma universalmente aceptado: no se puede evangelizar lo que no se ama. ¿Cómo puedo yo formar y conformar a un postnovicio si no le amo? Es ridículo que yo deje de amar a un postulante, a un novicio o a un junior, por el mero hecho de no ser de votos perpetuos. Es mi hermano y basta. Y hasta podemos añadir una motivación extra; Ha escogido el mismo ideal que yo. Parece mentira, pero con frecuencia razonamos antievangélicamente dando ESPIRITUALIDAD Y FORMACION CUADERNOS FRANCISCANOS JUL/O/Sl=PTll=MBRI= 1998 Nº 123 prioridad a consideraciones jurídicas o institucionales que al criterio de la fraternidad. Como por ejemplo cuando sólo reconocemos como hermano al profeso perpetuo y no al que tQdavía se encuentra en una etapa inicial. Todos; s..pE!l'lO~~s y:f(ll"Olad:ores~ ' , ,) , ''.~*,,' ~', ' ,' ,>, ~, iL'''.fi,'I>,\:,'. "/' , :, ' '<, ', ,, ', i' 1 i'.> tendr1amos ·. (lb~ ~:m,nzar l)9r un:a cosa tan eb,.néií,a) comtt• 'la .d'e reconocetnoss '.ti~~~~~>)•ttt!pej¡; .:<: . di!•temetíte ·4e f · · t~~1t~ quf Uevémos éñ l;il•Vf etigb,sái• .. , 1:'·; • . . . LOS PROFESOS PERPETUOS Desde la realidad y bajo la luz de la fe, ¿quiénes somos los profesos perpetuos? Hijos de Dios, hermanos en Cristo, por nuestra condición de personas humanas. La profesión perpetua no ha eliminado en nosotros la fragilidad, la posibilidad de pecar y, sobre todo, el riesgo de la autosuficiencia. Por muchos años que llevemos en la vida religiosa, la tentación de fariseísmo no dejará de acecharnos, precisamente cuanto mayor sea la veteranía en la congregación. Los años no hacen necesariamente al santo, ni al verdadero seguidor de Cristo, sino la docilidad al Espíritu. Hemos de dar gracias a Dios por tantos Religiosos y Religiosas venerables que han quemado su vida al servicio de Dios en alta contemplación o a través de los enfermos, pobres, niños abandonados, y demás obras sociales características de sus Institutos. Nuestra profesión perpetua no ha de considerarse un privilegio sino una respon– sabilidad de la que tenemos que dar cuenta ante el tribunal de Dios.

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