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ESPIRITUALIDAD Y FORMACION CUADERNOS FRANCISCANOS JULIO/SEPTIEMBRE 1998 Nº 123 es formación, conformación, sociabilidad, solidaridad. Y desde el reverso también puede darse el caso de una vida que sea deformación, egoísmo, insolidaridad. Pero no existe una vida neutra. O hay formación o hay deformación. Si no te formas, te deformas. Y la Vida Consagrada es vida. Luego tiene que ser conformación. Hay que superar la dicotomía de primero una formación y después la vida; primero una formación inicial y después una vida religiosa. Una formación que no fuera vida, sería un absurdo. Para que la Vida Religiosa sea forma– ción, hay que hacer que la formación sea Vida. NOCIONES QUE TODOS CONOCEMOS La formación inicial abarca ordinaria– mente un postulantado, un noviciado, y un juniorado (post-noviciado). El postulante no Hno. Carlos Bazarra ofm.cap. es todavía religioso en sentido estricto. El novicio ya es religioso, aunque no haya emitido votos. El junior ha emitido los votos temporales y es religioso. Cuando estas denominaciones ocupan el primer plano y eclipsan la realidad de ser cristianos y personas, están originando un desenfoque. Estas personas tienen su dignidad de imagen divina e hijos de Dios como personas, independientemente de su status dentro de la vida religiosa. Y lo mismo podemos decir de las categorías de ser Obispo o Sacerdote: no pueden sobreponerse a la dignidad de ser persona, dignidad inamisible ni siquiera por el pecado. Y cuando valoramos al rico por ser rico, y no por ser persona; y despre– ciamos al pobre por su pobreza ignorando su dignidad de hijos de Dios, estamos cometiendo pecado de idolatría, incensando riquezas, títulos o apariencias. Y también puede haber pecado en valorar al profeso perpetuo y descalificar al postulante, al novicio o al junior, por el mismo argumento que acabamos de aducir. Postulante sería el joven que desea conocer la congregación. Por su parte predomina la actitud de observación (ver) aunque en algún sentido se incluyen también las actitudes hermenéutica y práxica (juzgar y actuar). A la Congregación le corresponde la transparencia. Novicio sería el joven que pasa de la observación a lo vivencia!, profundizando el carisma a la luz del Evangelio. Predomina el conocimiento teórico unido a la expe– riencia (juzgar). Al Instituto le corresponde integrar al novicio en la propia experiencia. Lo específico de los juniores es que ya han asumido el carisma y el compromiso y

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