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Laudatio del cardenal Seán Patrick O’Malley… 161 Salmanticensis 71-1 (2024) 155-165, ISSN: 0036-3537 EISSN: 2660-955X sacerdotes y las gentes que le han sido confiadas; de amor inexpugnable a una Iglesia peregrina y rugosa; y de fijar para siempre una opción fundamental por el Dios de la Vida y de la Misericordia. Estas actuaciones le colocan como un digno candidato para el presente Doc- torado Honoris Causa , en el que también la nobleza de espíritu aflora, como una opción por desactivar una contracultura muy viva en nuestro presente: la de ocul- tar lo negativo, que mucho tiene que ver con un exceso de tiranía de la positividad. Su labor como pastor y creyente pone de relieve la necesidad de transparencia en la Iglesia contemporánea y, por lo mismo, lo convierte a él en inspirador para nuestra Iglesia y sociedad. Precisamente, en relación a esta gravísima lacra, afir- maba él: “No es un asunto circunscrito a ciertas zonas, sino un problema humano que nos afecta a todos […]. Hoy, después de tantos años de dolor y sufrimiento, sabemos que no hay disculpa para no actuar, rápida y decisivamente, de cara a situaciones de abuso sexual […]. Muchas personas aún dicen que no están de acuerdo con las normas de transparencia y tolerancia cero pero, como responsables eclesiales, de- bemos confrontar estas actitudes. Toda nuestra acción debe estar motivada por el Evangelio de Jesucristo. Es necesario que nos comportemos con valor, distan- ciando a los culpables y cuidando de las víctimas cada vez que se comete un abuso” 8 . A finales de la década del 2000, una vez superada gran parte de la crisis de los abusos sexuales del clero en Boston, Seán O’Malley se dedicará a restablecer la vida espiritual y económica de la archidiócesis. Creará planes para conservar los recursos parroquiales, lanzará campañas para fortalecer y expandir las escue- las católicas existentes. Al mismo tiempo, establecerá planes de pensiones para los empleados diocesanos (laicos y clérigos), creando también fondos de salud y jubilación para los sacerdotes. En junio de 2010, ante el problema de los abusos en Irlanda, es nombrado visitador para varias diócesis y seminarios de aquella república. Su figura, pos- trada en tierra junto al arzobispo de Dublín, y luego lavando los pies a un grupo de víctimas, no era una escenificación sino la necesidad de visibilizar el dolor y la indignación, que requieren de una conversión sincera. 8 O’Malley, Se buscan amigos y lavadores de pies , 108.109.110.

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