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U:na inquietud: todo este entusiasmo que estamos viviendo ¿no será ,flor de un día? ¿Qué hacer para que esta llama no se extinga? La inquietud siguió tomando proporciones hasta casi transformarse en la cuestión cen– tral de la semana: ¿cómo hacer para canalizar y dar concretez definitiva al entusiasmo franciscanista de esta semana? La pregunta pasó a las reuniones grupales como materia de reflexión. De ahí pasó a la asamblea plenaria como problema central. La asamblea encargó a una comisión ad hoc para que preparara las líneas de un ante– proyecto provisorio... Las sugerencias de esa comisión fueron tratadas y maduradas en la asamblea general. Sin embargo, la asamblea no tenía ninguna autoridad oficial para apro:– bar o decidir nada al respecto. Pero afortunadamente allá estaban pre~ sentes todos los ministros provinciales. Y a través de ellos se dieron todos los pasos. Es decir, los ministros provinciales hicieron suyas y aprobaron oficialmente las sugerencias ya discutidas y maduradas por la asamblea. Y con esto ya teníamos el embrión del Cefepal. Los rasgos esenciales aprobados por los ministros provinciales fueron los. siguientes: - habrá un grupo formado por tres o cuatro hermanos, liberados por sus respectivos provinciales para una fü1.alidad ,específica; - dichos hermanos se dedicarán completamente a la reflexión y difu– sión franciscanas; - los hermanos trabajarán y vivirán en una fraternidad independiente, fuera de nuestros conventos comunes; - la fraternidad estará integrada por hermanos de las diferentes obe– diencias. A esta semana de convivencia asistían hermanos de varios países de América Latina. Fueron ellos los que preguntaron: ¿por qué no extender a otros países de América Latina los beneficios del nuevo equipo de re– flexión? La idea contenía, al parecer, aspectos discutibles: ¿quién nos daba autoridad para extender nuestra acción sobre otros países? Y después de un intenso cruce de opiniones divergentes, se llegó a la conclusión y deseo de que el equipo del Cefal tuviera carácter y alcance latinoamericano. El organismo se llamaría CEFAL (Centro Franciscano para América Latina). En esos mismos días, por votación de la asamblea y aprobación de los ministros provinciales, fueron nominados cuatro hermanos, dos ob– servantes y dos capuchinos, para integrar el nuevo instituto. Muy pronto quedaron sólo tres miembros porque uno de ellos no podio trabajar "full time". El cronista de la época resumía de esta manera los objetivos y el fun– damento del Cefal: "Representando el anhelo común de todos los partici– pantes, el organismo tenía como misión la de hacer concreta en un orga– nismo permanente, la voluntad de ponernos al día y de avanzar al mismo paso de la Iglesia de hoy: realizar una "puesta al dia" del franciscanismo en nuestro continente, con un retorno a nuestras fuentes más auténticas; reagrupar en un "ecumenismo" fraterno fuerzas dispersas y a menudo desperdiciadas. Dar a estas fuerzas una acción común mediante el marco concreto de una organización común..." -6-

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