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Cardenal Seán Patrick O’Malley Salmanticensis 71-1 (2024) 167-182, ISSN: 0036-3537 EISSN: 2660-955X 174 diferencia de otras realidades transnacionales, los migrantes y refugiados se des- plazan solo con gran esfuerzo o no se desplazan en absoluto. Este triple patrón de la política mundial es lo que plantea un desafío a la visión del Papa Francisco sobre la migración. Sin dejarse intimidar por la complejidad y decidido a hacer que el camino que recorren los migrantes sea menos desalentador, el Santo Padre tiene dos tipos de propuestas, una global y otra nacional. A nivel mundial, reitera su convicción bá- sica de que los Estados y las instituciones internacionales deben ir más allá del patrón fracturado de la migración y, como él dice, gestionar esta crisis con mayor coordinación y creatividad. Esta recomendación parece evidente: gestionar la mi- gración del mismo modo que se gestionan otras cuestiones transnacionales como el comercio, la política monetaria y el tráfico aéreo. La migración parece ser la excepción. La experiencia de los últimos años muestra que los estados más im- portantes hacen más hincapié en lo que no están dispuestos a hacer que en lo que aspiran a hacer. A nivel nacional, las recomendaciones del Papa Francisco son más detalladas. Su propuesta resumida en diez mensajes para la Jornada Mundial anual de los Migrantes y Refugiados se resume en cuatro pasos. Los Estados deben estar pre- parados para acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados que buscan acceso a sus países. Esta cuádruple propuesta es ambiciosa en al- cance y ejecución. Mi propósito no es analizar su alcance sino brindar ejemplos ilustrativos de cada mandato. La acogida implica una apertura básica hacia los migrantes y refugiados, junto con políticas efectivas de reunificación familiar y el establecimiento de “corredo- res humanitarios” para aquellos atrapados en situaciones peligrosas en su viaje. Proteger implica respetar los derechos y deberes de los migrantes y refugiados tal como se encuentran en el derecho internacional humanitario, así como brindar salvaguardias a los menores no acompañados. La promoción implica la protección de la libertad de religión, la provisión de protocolos eficientes para quienes bus- can asilo y asistencia para el empleo una vez que los migrantes y refugiados in- gresan a un país. La integración es quizás el mandato de mayor alcance: incluye abrir el camino hacia la ciudadanía plena y, al mismo tiempo, proteger aspectos de la cultura que los migrantes y refugiados traen consigo. Esta lista sintética de recomendaciones globales y nacionales que el Papa Francisco ha desarrollado a lo largo de los años llama la atención por sus
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