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La migración mundial de personas y su desafío para Estados Unidos y Europa 173 Salmanticensis 71-1 (2024) 167-182, ISSN: 0036-3537 EISSN: 2660-955X abandonar sus casas por muchas razones, que comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser ‘algo más’”. La dignidad y la huma- nidad de cada migrante y refugiado ha sido lo que el Papa Francisco quiere que la Iglesia y los Estados seculares vean y comprendan sobre el significado más profundo y la importancia de la migración moderna. A lo largo de los diez años de su pontificado, Francisco ha tratado este tema con diferentes estilos de discurso. En ocasiones, su mensaje ha utilizado el len- guaje de un profeta bíblico moderno, acusando al mundo de una “globalización de la indiferencia”, un tema que adoptó anteriormente y repitió a menudo mientras denunciaba el destino de los migrantes perdidos en el mar, varados en los desier- tos y recibidos con coacciones en las fronteras nacionales. En otras ocasiones su tono y tema han sido los de un estadista, el líder de una comunidad religiosa que tiene estatus diplomático en un mundo de estados: desde la tribuna de las Nacio- nes Unidas, desde el Congreso de los Estados Unidos y desde el Parlamento de la Unión Europea, Francisco ha utilizado el discurso de los derechos y deberes hu- manos para pedir una mayor colaboración internacional para satisfacer las nece- sidades de quienes huyen del conflicto y el caos o simplemente buscan estabilidad y un futuro de esperanza. En otras ocasiones Francisco —con más comodidad— ha utilizado la voz de un pastor, llamando a su propia comunidad a ser una “Iglesia sin fronteras”, dando la bienvenida al extranjero en los diversos países donde los inmigrantes y refugiados buscan ser admitidos. Cuando el Papa Francisco pasa de su defensa de la dignidad de los migrantes y refugiados a la cuestión operativa más amplia de las recomendaciones políticas, se enfrenta a una realidad bastante compleja. Esta realidad está determinada prin- cipalmente por tres factores. En primer lugar, la comunidad humana a la que a menudo invoca vive dentro del marco de estados territoriales soberanos. Un sig- nificado básico de soberanía es poseer el derecho y la responsabilidad de salva- guardar tanto el territorio de un estado como su pueblo. En segundo lugar, a pesar de la definición clásica de soberanía, el mundo actual está moldeado por actores y relaciones transnacionales; por definición, estas dos realidades atraviesan a los estados; de hecho, a menudo son bienvenidas por los estados, aunque siempre dentro de los límites impuestos por los estados. En tercer lugar, en un mundo de soberanías y transnacionalidades, actúan muchas fuerzas: el dinero se mueve, los bienes y servicios se mueven, las organizaciones se mueven, pero en este mundo los migrantes y refugiados no se mueven fácilmente. O, para decirlo más directa- mente, se mueven hasta encontrar las fronteras protegidas por la soberanía. A

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