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La migración mundial de personas y su desafío para Estados Unidos y Europa 169 Salmanticensis 71-1 (2024) 167-182, ISSN: 0036-3537 EISSN: 2660-955X Hoy en día, las estimaciones más recientes de “personas en movimiento” a nivel mundial son de 108,4 millones de personas. En 2023 se estima que 1,9 mi- llones de hombres, mujeres y niños llegaron a Estados Unidos como migrantes. Estas son cifras verdaderamente históricas para el mundo y para cualquier Estado. El desafío que plantea la migración hoy es multidimensional en sus aspectos po- líticos. Pero su significado más profundo se encuentra en la realidad humana con- tenida en los datos sobre migración. Es la realidad humana lo que hace de la migración uno de los grandes desafíos morales de nuestro tiempo. En Fratelli Tutti , el Papa Francisco define la cuestión que nos ocupa: “Cuando el prójimo es una persona migrante se agregan desafíos complejos. Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona” (FT 129). Propongo abordar tres temas: primero, examinar y rendir homenaje al lide- razgo del Papa Francisco en esta cuestión; segundo, compartir algunas de las ex- periencias de la Iglesia en los Estados Unidos, donde hemos trabajado para abor- dar esta crítica emergencia de la migración; y tercero, indicar cómo, desde dentro de Estados Unidos, muchos de nosotros vemos como fundamental el papel que tiene la Unión Europea en nuestro esfuerzo común para responder a la migración global. 1. PAPA FRANCISCO: UNA TRIBUNA PARA LOS INMIGRANTES Creo que es objetivamente evidente decir que, frente a la migración histórica de los últimos diez años, ninguna voz ha sido más apasionada, ninguna más pode- rosa en el análisis que la del Santo Padre. Desde el comienzo de su papado en 2013 y hasta este año 2024, ha sido persistente y consistente en su esfuerzo por centrar la atención de los Estados, las agencias internacionales y los ciudadanos comunes en la difícil situación de aquellos que se encuentran a la deriva en el mundo sin un camino seguro hacia la seguridad y la estabilidad. A menudo los migrantes han huido de situaciones de conflicto y caos; pero también han partido movidos por la esperanza de un futuro más seguro para ellos y sus hijos. En la
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