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Cardenal Seán Patrick O’Malley Salmanticensis 71-1 (2024) 167-182, ISSN: 0036-3537 EISSN: 2660-955X 178 después, esta política todavía une a los obispos, pero las recomendaciones siguen en gran medida sin cumplirse. Tomando nota de este hecho, creo que la forma más eficaz de ilustrar cómo los obispos de los Estados Unidos van más allá de una crítica de la política existente y proponen un marco para un compromiso renovado en apoyo de una política de inmigración humana y eficaz sea resumir lo que reco- mendamos y apoyamos. Primero, el objetivo fundamental ha sido lo que otros han llamado “Reforma Migratoria Integral”. Los elementos comúnmente abarcados por esta frase inclu- yen los siguientes: - Una solución a la situación de los 11 o 12 millones de personas sin pro- tección legal —a menudo descritas simplemente como indocumenta- das— que han estado en Estados Unidos durante años; su legalización debería incluir un camino hacia la ciudadanía. - Resolver definitivamente el problema de los “Dreamers” (Soñadores). Es- tos jóvenes —que suman 3,6 millones— fueron traídos a este país siendo menores de edad, han vivido aquí y contribuyen a nuestra nación, pero no tienen un estatus legal seguro; 600.000 disponen de alguna protección provisional pero que puede revocarse; viven bajo constante amenaza. La protección legislativa es merecida y debería concederse sin más dilación; las medidas deberían incluir a las personas en esta situación que han llegado desde 2007. - Revisar la situación de aquellos ciudadanos de otros países que ahora se encuentran en los Estados Unidos bajo “Estatus de Protección Temporal” debido a las condiciones en sus países. Es necesaria cierta estabilización de su situación; el sistema actual exige revisiones periódicas y los deja constantemente en vilo respecto a su futuro inmediato. Al abrazar estos elementos de la Reforma Migratoria Integral, soy consciente de que muchos hoy los consideran no solamente imposibles de realizar sino, tal vez, hasta un obstáculo para obtener objetivos más limitados en nuestro dividido país. Este escepticismo está justificado y yo apoyo cualquier medida limitada que se pueda tomar de inmediato, pero instituciones como la Iglesia tienen el papel de mantener viva la visión de lo que nuestras mejores tradiciones podrían producir si podemos encontrar la voluntad y el camino a seguir en el futuro. En segundo lugar, más allá de conseguir aprobar alguna versión de Reforma Integral, hay acciones inmediatas que potencialmente podrían ayudar a quienes se

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