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228 dad personal, advierte Unamuno que el católico tiene a su uso el sacramento de la Euca– ristía. Sobre él escribe: «Trátase en el fondo, y lo digo con todo el posible respeto, pero sin querer sacrificar la expresividad de la frase, de comerse y beberse a Dios, al Eterni– zador, de alimentarse de El». 75 Como comentario a este texto escrito en prosa recurrimos una vez más al ineludible poema El Cristo de Ve/ázquez, donde Unamuno dice lo mismo en versos de más alta tonalidad expresiva: Sólo comerte nos apaga el ansia, pan de inmortalidad, carne divina ... por Ti comulga Dios con sus mortales. 76 Resumen estos versos lo que grandes infolios de teología hacen ver sobre la esencia del Cristianismo. Ellos nos dicen cómo la vio Unamuno. Y creemos que la vio rectamente. 5. Conclusión: «a media luz por un camino de esperanza» Es justo que al final de estas reflexiones sobre el Cristianismo de Unamuno, tratemos de formular en una conclusión el resultado de las mismas. Para ello hemos acudido a la entraña de lo que la teología nos dice sobre la fe cristiana. De ella afirma el autor de la Carta a los Hebreos (XI, 1) que es el sostén de lo que esperamos, el argumento de lo que no vemos. Es, por lo mismo, el cimiento del Cristianismo, el que lo sustenta. Algo que pertenece a su misma esencia. Pues bien; si desde esta misma perspectiva de la fe examinamos la concepción de Unamuno sobre el Cristianismo, se advierte al instante su acierto y su fallo. Acierta Unamuno al considerar la fe como algo vivo y experiencia!. Más que una doctrina ve en ella una entrega. Al expresar esta su entrega, sobre todo cuando la remansa en ver– sos, alcanza cotas sublimes de religiosidad. Pero la fe de Unamuno entra en crisis cuan– do no se atiene a las exigencias de la misma. La fundamental exigencia de la fe queda bien señalada en el epígrafe de esta conclusión: «a media luz». Se halla, en efecto, en este'caminar «a media luz» la clave de la problemática religiosa de Unamuno. Hay que decir también que el escándalo. Consiste éste en que Unamuno -y cuantos le siguen hoy- quiere ver plenamente, ver con su razón. Pero San Pablo, el gran teólogo de la fe, afirma que en nuestro camino de fe vemos «por medio de espejo en enigma». Algo muy distinto de lo que demanda la sola razón. Esta quiere presencia del objeto. Al menos que lo pueda comprobar con rigor científico. Pero el apóstol indica que aquí no se da un conocimiento directo sino «a través de», por medio de un instrumento. Y además, que este instrumento tan sólo nos hace entrever el objeto. Este queda para nosotros envuelto en la oscuridad de un enigma. 77 Esta concepción teológica de la fe a Unamuno le fue imposible asimilarla. Enemigo 15 Op. cit., p. 148. 76 El Cristo de Velázquez. Pn·mera Parte, XXXII, Eucaristía, v. 904-5; p. 574. 77 San Pablo aborda reiteradamente este tema de la fe en sus Cartas. La formula clave, citada en el texto, se halla en I, Cor.. XIII.

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