BCCCAP00000000000000000001682

216 notas de este Cristianismo quisiéramos ahora exponer: la de ser «potenciadon> y «conso– lador». Potenciador de nuestras mejoras posibilidades. Y consolador en nuestros ínti– mos desgarros. En un caso y otro Unamuno tiene muy presente a quienes no han perci– bido esta vertiente del Cristianismo o la han falsamente interpretado. Examinemos todo esto con algún reposo. a) El Cristianismo «potenciador» El acusar al Cristianismo de inocular en las conciencias sentimientos de minusvalía data de muy antiguo. Ya en la primera impugnación intelectual de que éste es objeto en el siglo segundo de su historia, la del filósofo epicúreo Celso, hallamos esta acusa– ción contra los cristianos, herederos de los judíos. Los compara Celso a bandada de mur– ciélagos volando a dos luces; a multitud de hormigas que salen de su agujero; a ranas de charca que se reúnen para tener consejo, etc. 31 En la larga historia de insultos al Cristianismo no parece que éstos hayan sido superados. Pero sí debemos recordar que en el Renacimiento, cuando la estrella del hombre -«hamo sum»- asciende esplen– dente en la cultura, Maquiavelo achaca a los cristianos su falta de hombría, su carencia de «virtu», entendida ésa en el sentido clásico de fuerza y poder. Todo este amargo historial contra el Cristianismo se halla presente en Unamuno. Pero, como sombra negra, parece seguirle el pensador alemán que en su tiempo resumió to– dos estos ataques. Nos referimos a F. Nietzsche. De entre sus alegatos contra el Cristia– nismo recogemos este pasaje que leemos en su obra Ecce Hamo: «Hay una gran litera– tura calumniadora de la vida (a la cual pertenecen el Nuevo Testamento, los padres de la Iglesia, la "Imitación de Cristo", Pascal, Schopenhauer) ... » 32 Se ha hablado de un posible influjo literario de Nietzsche en Unamuno. No nega– mos que algún matiz de expresión haya hecho trasvase a la pluma de éste. Pero pocas veces puede darse una oposición mental de mayor contraste. Ya es significativo que un espíritu tan abierto a todo influjo hable tan decididamente del mucho mal que es– taba haciendo en España la lectura de Nietzsche. «En España ha hecho sus estragos», escribe textualmente. «Gran embaucador», le llama en otro pasaje, sobre todo de almas jóvenes. B En un artículo Sobre pornografia, .i 4 alaba a R. de Maeztu -se escribe esto en 1907- porque éste pondera que los jóvenes deben llegar a los veinte años con el mayor vigor posible. Pero al mismo tiempo lamenta que Maeztu haya sido «uno de los que ha contribuido más a la boga de que goza en España Nietzsche, ese calumnia– dor jurado del Cristianismo». 35 Que fuera esto verdad lo dice bien el artículo de Ortega, ¿Hombres o ideas?, ic, en 11 Origene contre Celse. Introd. texte critique et notes par M. Bo1Tet. (Sources Chrétiennes, n. 0 136). París, 1968. Livre IV, n. 0 23; p. 239. 32 F. Nietzsche, Ecce Horno. Obras Completas. Trad. de E. Ovejero y Maury. Agutlar. Madrid-Buenos Aires, 1950; p. 53. 33 La educación. O. C., I, p. 1018. Almas jóvenes. O. C., I, p. 1149. 34 Sobre pornografía. O. C.. III, pp. 321-325. 1 ' Op. cit. O. C., III, p. 323. 3 6 J. Ortega y Gasset, Obras Completas, I, p. 441.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz