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LOS CAPÍTULOS PROVINCIALES '261 vación acomodada y constante, es decir, asegurar la continuidad de la renovación mediante la reflexión y acuerdos. Los distingue un matiz de carácter únicamente normativo: el capítulo electivo debe proceder también a la renovación de cargos, mientras que el de renovación se limita a ser un agente eficaz de reflexión que valora las aspiraciones y realizaciones de los Hermanos y decide lo más convenienté para el buen espíritu del grupo. b) Miembros participantes en los capitulas provinciales Puede establecerse como principio que al capítulo provincial han de aplicarse, guardando la debida proporción, las mismas nodones y nora mas que se dan sobre el capítulo general. Según esta aplicación propor– cional, el capítulo provincial como representación de la provincia, debe ser el Colegio o Asamblea, exponente máximo de la corresponsabilidad de todos los Hermanos que constituyen este ente autónomo que ha re– vestido tanta importancia en la Familia Franciscana y, en general, en todas las órdenes mendicantes. Hemos dicho, de propósito, exponente máximo de la·· corresponsabili– dad de todos los Hermanos. Vemos inútiles los esfuerzos que se realizan por algunos para transplantar a la vida religiosa y sus estructuras la concepción democrática, modelo de un sistema de organización civil. Para convencerse de la inutilidad de este esfuerzo basta leer los número 38 y 39 de Ia exhortación apostólica de su Santidad el Papa Pablo VI sobre la renovación de la vida religiosa según las enseñanzas del Concilio «Evangelica testificatio» que transcribimos a continuación: «Por consiguiente se impone la necesidad, tanto para las Comunidades como para las personas que las constituyen, de pasar del estado síquico a un estado verdaderamente espiritual. El hombre nuevo, del cual habla San Pablo, ¿no constituye acaso como la plenitud eclesial de Cristo y, juntamente, la participación de ,cada cristiano a esta plenitud? Tal orlen• tación hará de las familias religiosas el ambiente vital que desarrollará el germen de vida divii:l'a, injertado por el bautismo en cada uno· de vo 0 sotros y al cual vuestra consagración, íntegramente vivida, consentirá producir sus frutos con la mayor abundancia. ·· Aun siendo imperfectos, como todo cristiano, os proponéis,· sin embar– go, crear un ambiente apto para favorecer el progreso espiritual de, cada uno de los miembros. ¿Cómo se puede llegar a esto, si no es ahondando en el Señor vuestras relaciones con vuestros hermanos, aún las más ordinarias? La caridad -'-DO lo olvidemos- debe ser como una activa esperanza ·de lo que los demás pueden llegar a ser gracias a. nuestra ayuda fraterna. El signo de su autenticidad se comprueba por la gozosa sencillez con que todos se esfuerzan por comprender lo que cada uno anhela. Si algunos Religiosos dan la impresión de haberse quedado como apagados por su vida comunitaria, la que por el contrario hubiera debido hacerles abrirse, ¿no ocurrirá esto, porque falta en ella esa .cordialidad comprensiva que alimenta la esperanza? Es indudable que el espíritu de grupo, las relaciones de amistad, la colaboración fraterna en un mismo apostolado, como también el apoyo mutuo en una comunidad de vida
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