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22 S. ARA los extraños, etc., recuerda que «los hermanos, principalmente los superiores, procuren dar a conocer por medios apropiados los he– chos más relevantes de las fraternidades, de las provincias y de la Orden». Se hace difícil justificar la timidez con que se anuncia la necesi– dad del mutuo conocimiento de los problemas de la fraternidad por parte de los Hermanos y mediante una información bien organizada, sobre todo si se repara en el derroche de vocavulario usado para asentar que la fraternidad no tiene límites de fronteras, edad y está por encima de los intereses de grupo. ¿ Se duda de la madurez de los Hermanos? 2.6. Descripción pobre de nuestra vida fraterna en el mundo. 50 El artículo II del capítulo VI está redactado sin garra. Se dicen muchas cosas, sin llegar a encontrar la formulación correcta del compromiso de los Hermanos con una sociedad necesitada de ejemplos vivios de encarnación con los hombres-hermanos, víctimas de explotación y de– samparados por falta de justicia, aprecio y amor. 51 V. PERSPECTIVAS DE FUTURO Algunas de las cosas que vamos a decir podrán resultar repeticio– nes que juzgamos inevitables. Ello nos ayudará a reforzar las dos posiciones tomadas. La primera, que nos ha llevado a insistir en que muchos de los aspectos que consideramos propios de la vida en fraternidad son matices y exigencias de toda agrupación humana; la segunda, que nos ha empujado por la exigencia de la concretez y de los pasos realmente prácticos, sin minusvalorar por ello los principios sobre la teoría de la unidad espiritual y la necesidad de respuesta a la ansiedad humana de fraternidad. 1. La fraternidad, selección de personas con auténtica madurez humana. Las fraternidades capuchinas del fu~uro deberán estar com– puestas por Hermanos con formación para trabajos profesionales 50. Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos, cap. VI, n. 0 84 ss. 51. Dice la· Constitución 78: «Con todo, nuestras fraternidades no encierren su caridad entre las paredes de la casa; más bies ábranse con evangélica solicitud a las necesidades de los hombres, según la índole estieeial de cada casaio, El Consejo Plenario de Quitó es más acertado: «Nuestra presencia fraterna es requerida de manera especial entre aquellos que sufren necesidad y soledad, por ejemplo, los que viven en los barrios pobres de la periferia de las ciudades (favelas) o la población marginada de los campos (Documentos del Conseio Plenario de la Orden Franciscano-Capuchina, C.I.C., p. 13, n.º 6 y anteriores). Habría que esforzarse por trasplantar cuanto se dijo en Quito a un mundo más universal, caracterizado por iguales o parecidas situaciones.

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