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\ EL RECURSO A LA MESA DEL SEÑOR 23 «Los hermanos, sólo por manifiesta necesidad de los leprosos, pueden, para ellos, pedir limosna. Sin embargo, guárdense de la pecunia» (1 R 8, 12s). 3.1.3. «La limosna es la herencia de los pobres» (1 R 9, 10) El capítulo IX, que lleva por título la mendicación, sigue los capítulos del trabajo y del dinero; estamos, por tanto, aún en la relación entre la pobreza absoluta y medios de vida. Manteniendo su principio que el recurso a la limosna solamente es previsto como medio subsidiario «cuando sea necesa– rio» (1 R 9, 4), no ignora que, de hecho, llega a ser normal y quiere animar a todos los hermanos, sin distinciones, a ofrecerse a este servicio fraterno, cierta– mente duro y humillante para el pobre voluntario. Comienza recordando el empeño minorítico del binomio pobreza-humil– dad, que comporta la voluntad de reducir las necesidades al mínimo impres– cindible (alimento y vestido) y de compartir con los necesitados, entre los cuales están los mendigos a lo largo de los caminos, en sus condiciones de vida (1 R 9, 1-3). Después propone el modelo supremo: Cristo no se avergonzó y fue pobre y huésped, y vivió de limosnas, Él y la bienaventurada Virgen y sus discípulos (1 R 9, 5). En el Evangelio no consta que Cristo, su Madre y sus Apóstoles hayan ejercitado la mendicación. Se puede decir, sin embargo, que Cristo y sus discípulos vivieron de limosnas en el sentido que, anunciando gratuitamente el Reino, la gente les correspondía espontáneamente, ya que «el obrero tiene derecho a su compensación» (Le 10,7), y tenían la bolsa común, confiada a Judas, donde guardaban lo que recibían (Jn 12,6). Inspirándose en la primera bienaventuranza, Francisco declara que la limosna es la herencia y justo derecho debido a los pobres: lo ha adquirido para nosotros el Señor nuestro, Jesucristo (1 R 9, 10). 3.1.4. La mendicación es también un trabajo tan útil como los otros (1 R 9, lls) No se trata, en el pensamiento del Fundador, de una alternativa (trabajo o limosna), sino de dos formas de trabajo: «los hermanos que trabajan para adquirirla (qui eam acquisendo laborant) tendrán gran recompensa y la hacen ganar y adquirir a quien la hace... ». Por lo tanto, al momento de participar del fruto de la fatiga de los hermanos, el mismo mérito tiene el compensado por el trabajo productivo que el que ha recogido en la mendicación.

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