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ARTICULO$ familia minorítica que la estrictamen– te canónica de la "agregación" a una rama de la primera orden, lograron vi– vir lealmente su vocación evangélica y su misión en la Iglesia gracias al fervor inicial y al influjo de sus fundadores y fundadoras. Cada una vivía y traba– jaba por separado, casi sin tener con– ciencia de la existencia de las demás congregaciones. Pero a partir del Vati– cano II y como consecuencia del retor– no a las fuentes, ha habido como un descubrimiento del entronque común franciscano. La misma labor de pro– fundización en la peculiaridad de cada instituto ha llevado a la necesidad de respirar toda la amplitud del ideal evangélico de san Francisco y de santa Clara. Pronto se vio que la conciencia de esta común vocación no sólo no constituía una merma del aprecio del espíritu propio y de la herencia del fun– dador o fundadora, sino que lo enri– quecía y lo hacía comprender mejor. Un primer paso se dio en Francia en 1966 con la publicación de un ideario espiritual bajo el título de Notre itine– rai.re , que luego fue traducido a diver– sas lenguas, entre ellas al español por CEFEPAL, Chile. Era el fruto de los encuentros tenidos entre varias con– gregaciones franciscanas. Eran los años en que cada instituto trabajaba en la revisión de las propias constituciones. Al tratar de fundamen– tarlas espiritualmente, muchas coinci– dían en una misma impresión: se echa– ba en falta un documento fundamen– tal común, una regla de inspiración fran ciscana. En efecto, la regla promul– gad:1 por Pío XI en 1927 para la Ter– cera Orden Regular, en sustitución de la antigua de León X, si bien era acep– tada como la base canónica de las con– gregaciones franciscanas, en realidad no llenaba ese cometido precisamente pc-r lo poco que tenía de "franciscana". De hecho una gran parte de las congre– gaciones, no .sólo no la insertaban en h edición de sus constituciones, sino que hasta la ignoraban. En varias áreas lingüísticas se fue ca– minando rumbo a esa solución, mien- 196 tras menudeaban los cursos, retiros y reuniones conjuntas. Fruto del traba– jo asociado de 25 congregaciones de Francia y Bélgica fue el texto de la Re– gla de vida en doce capítulos, con ele– mentos tomados de las reglas de san Francisco y de santa Clara. Fue publi– cado en 1972, presentado a los minis– tros generales y difundido en varias lenguas. Para entonces el secretario de "Cooperación franciscana" de Holanda había preparado otro texto para las 19 congregaciones de aquella agrupación nacional; era común para hermanos y hermanas. En los países de lengua alemana se llevaba a cabo un trabajo similar con el fin de ofrecer una base doctrinal a la redacción de las cons– tituciones de los varios institutos. En 1974 se celebraba en Madrid el IV Congreso "interobediencial" de la Tercera Orden Regular y, como fru– to del mismo, fue difundido también un proyecto de regla franciscana, que hacía hincapié en la vocación peniten– cial; estaban presentes diez congrega– ciones femeninas. Tuvo acogida muy favorable especialmente en las de Es– t ados Unidos. Asimismo en el Brasil circulaba otro texto que coincidía con los anteriores en la misma finalidad y en los criterios fundamentales. Ganaba terreno la conciencia de la unidad de la familia franciscana. En Italia existía desde 1972 el "Movimen– to Religiose Francescane", que ha ve– nido organizando encuentros y cur– sos de formación franciscana con grande éxito. Lo propio ha venido ha– ciendo CEFEPAL, Chile, en América Latina y recientemente el Centro de Franciscanismo de Madrid, en Espa– ña. Importancia particular en la línea del movimiento de congregaciones franciscanas a nivel internacional y, en concreto, con miras a llegar a un acuerdo sobre el texto de una regla común, tuvo el encuentro celebrado en Asís en noviembre de 1976. Toma– ron parte 80 superioras generales o sus representantes, procedentes de 18 naciones. No obstante el alto nivel re-
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