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ARTICULO$ del Sermón de la Montaña e indica el moti– vo fundamental de la experiencia: el deseo de buscar a Dios en la oración y el silencio del retiro. Por eso, el oficio divino ocupará el centro de la oración de la fraternidad.· 3) Carta a un Ministro La idea específica que san Francisco te– nía de la fraternidad contemplativa, apare– ce en esta carta como en ningún otro lugar de los escritos, llamada el "documento en el que aparece la humanidad y el realismo de san Francisco" (8). El eremitorio es visto como la tentación de escapar a las responsabilidades del com– promiso y del servicio que imponen la vida fraterna, y san Francisco desaconseja al mi– nistro que siga este camino. Desalentado por las dificultades de la vida en fraternidad, acude en busca de consejo a san. Francisco y recibe una respuesta del todo inesperada: "Y ama a los que esto te hacen ( se refiere a los hermanos que le son causa de sufrimiento). Y fü'> pretendas de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos precisamente en esto, y tú no exi– jas que sean cristianos mejores. Y que te valga esto más que vivir en un eremitorio''. Podemos concluir de la lectura de estos tres escritos una imagen real de la pdmitiva fraternidad contemplativa: a) es una experiencia centrada en el pri– mado absoluto de Dios y de su justicia, a través . de las diferentes formas de oración y de uná vida pobre ·en medio· de los pobres; b) representa, por esto, un testimonio evangélico para las clases sociales margina– das del desarrollo social y cultural de la época; c) la decisión de vivir este tipo de expe– riencia no debe hacerse al margen e inde– pendientemente de la fraternidad. Sin este elemento fraterno se corre el riesgo de una experiencia alienante y en último término, egoísta. (8) Fonti Francescane, a cura della Biblioteca Franeescana di Milano, Movirnento Francescano, Assisi, 1977,'-p. 79.- · .. .. . .. ~ . (9) C. Cargnoni, Le case di preghiera ne/la storia, · ·en Le case di . pre.ghiera nella storia e ·s.piritualitd - francesca na, p . 70. SEGUNDA PARTE: FRATERNIDADES CONTEMPLATIVAS DE HOY Al observar con detalle la historia de la Orden franciscana, una pregunta surge es– pontánea: ¿es posible distinguir entre casas de oración y movimientos de reforma? Si la distinción es posible desde el punto de vista teórico, en el terreno de las realizaciones se hace difícil. Las ·reformas tienen un proceso que va a la par con una determinada termi– nología: empiezan en los eremitorios, si– guen en las casas de recolección y terminan en los conventos de retiro (9). . .. Siempre que la Orden francisc;ana ha que– rido reformarse, el punto de partida y el dinamismo original los ha tomado de gru– pos ·que vivían en soledad orante o en casas de ret,iro. Me sea permitido citar un solo ejemplo de reforma, obra de un francisca– no observante, fray Juan de Guadalupe, por el influjo que tuvo en la evangelización de México. Este_religioso obtiene del Papa Ale– jandro VI libertad de acción para que "pu– diese libre y lícitamer:tte construir y edificar, sin licencia alguna, una casa o eremitorio éoú las necesarias oficinas para el uso y perpetua habitación de aquellos frailes que en él hayan de vivir en la pura observancia de la Regla 'de san Francisco y según el mo– do de vida del mismo santo, llevando la forma de hábito que el santo llevaba" (10). También hoy las · fraternidades de retiro son tema actual de la Orden. Por vez prime– ra en la historia, los cuatro Ministros Gene– rales, en carta encíclica a toda la Orden, re– comiendan esta experiencia como medio de renovación: "dentro del momento •crítico que atravie·sa la óracion; en el que también se encuentrá nuestra familia, ·han de consi– derarse cbino signos de renovación: el ésta-:– bleciniiento de casas o fraternidades de orá– cióh o de eremitorios. Parece oportuno que quienes presiden estas casas ·convoquen, primero asambleas regionales y luego inter– nacionales. Además, es de desear que una peculiar comisión internacional de peritos se consagre ·a esclarecer los aspectos con– templativos y .eremíticos_de nuestra vida, y . . (10) G. Beaudot, Utopie et histoire au Mexique, Ed. Privat, Toulouse, p. 81.

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