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EL HOMBRE DE HOY EN EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA 169 rostro de cada hombre, especialmente si se ha hecho transparente por sus lágrimas y por sus dolores, pectemos y debemos reconocer el rostro de Cristo ... Así nuestro humanismo se hace cristianismo, y m;estro cris– tianismo se hace teocéntrico, tanto qEe podemos afirmar: para conocer a Dios es necesario conocer al hombre» rn. Con razón, pues, la Redemptor hominis subraya la escena escatológica del juicio final como paradigma del actuar humano en la línea de una clara opción por el hermano hombre 11 '. Una forma excelsa de amor n:utuo, de honda raigambre bíblica y cara a San Francisco, que la Iglesia del Vaticano II ha puesto insistentemente de relieve, es la de la actitud abierta y comprensiva, respetuosa, con la pcr::;,:;na y, sobre todo, con la indeclinable responsabilidad de cada uno ante Dios y ante la verdad. «El Concilio es un acto de amor a los hombres de hoy, a todos, como son y corno están» i 1,3. Corno son y como piensan; aunque no coincidan con nosotros. «Quienes sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de m,estro respeto y amor... Es necesario distinguir entre el error, que siem– pre ctebe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dig– nidad de la persona, incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en n•.ateria religiosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los den°ás)> 1 rn_ Ya Juan XXIII había puntualizado, inspiránc1ose en esta nueva sensibilidad eclesial, un criterio importante sobre Ia fonna de re– primir los errores. {(Siempre se opuso la Iglesia a estos errores. Frecuente– mente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin em– bargo, la Esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad. Piensa que hay que remediar a los necesitados mostrándoles la validez de su doctrina sagrada más que condenándolos» 117 • <,Es cosa noble estar dispuestos a com!Jrender a todo hombre, a ana– lizar tcdo sistema, a dar razón a todo lo que es justo» '"· Noble y cris- '"' PABLO VI, Discurso 7 diciembre 1965, en la clausura del Concilio: AAS 58 (1966) 58-59. 114 Cfr. RH 16. 1 10 PA!lUJ VI, Di~currn M septiembre 1965, en la apertura de la cuarta y úlitma sesión del Concilio: AAS 57 (1965) 801; Cfr. Aurelio LAITA, O.F.JVI.Cap., San Fr,:mcisco de Asís, hoy, l. c., p. 299 s. 110 GS 28. 11, Discurso 11 octubre 1962, en la inauguración del Concmo: AAS 54 ,1962) 7!l2. 11s RH 6.

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