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146 FRANCISCO IGLESIAS por los doctos» 14 • He aquí otro tipo de gesto: la confesión humilde e inteligente de una posibilidad de error en la traducción misma del Evan– gelio, justificando nada menos que el propio carisma. Constatación autobiográfica Una segunda constatación, especialmente significativa, es la de índole autobiográfica. La verdadera imagen de Francisco, según sus escritos, se hace historia y lección a partir de su experiencia decisiva de hombre nuevo. Una expe– riencia que él mismo nos ha contado, con extraordinario frescor y sim– plicidad, al comienzo de su autobiografía, el Testamento. Cualquier estu– dio sobre la personalidad de Francisco debe tener en cuenta este pasaje absolutamente esencial. «El Señor me concedió a mí, el hermano Fran– cisco, que así empezase a hacer penitencia: porque, como estaba en pe– cados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me con– dujo en medio de ellos y practiqué con ellos la misericordia. Y, al sepa– rarme de los mismos, aquello que me parecía amargo se me tornó en dulzura de alma y cuerpo» 15 • Francisco constata una transformación radical del propio Yo, criterios, sentimientos, voluntad, descubriendo una dimensión, hasta ese momento inédita para él, de la realidad, de la vida, de las creaturas, de sí mismo a través de una experiencia fundamental y simplicísima: la experiencia de Dios, como valor absoluto, y la experiencia del hombre como hermano. «El Señor me concedió ... El Señor mismo me condujo... El Señor me dio ... El Señor de reveló... El mismo Altísimo me reveló... » 16 • Este dato de la irrupción de Dios en su vida responde a un hecho concreto, exis– tencial, decisivo en el proceso de madurez de la personalidad de Fran– cisco. El Señor toma las riendas de su vida, se le descubre como un Tu subyugante, supremo Todo, absoluta Bondad y Amor Misericordioso, a través del gesto de una compasión extrema que le cura milagrosamente de su lepra de hombre de pecado. Su existencia será, de ahora en ade– lante, iniciativa de Dios, decisión de Dios, don de Dios, lugar privilegiado 14 Regula Sancti Stephani confessoris auctoris et fundatoris Ordinis Grandimontensis, en PL 204, col. 1138. 15 T p. 121-122. 16 T p. 121-123.

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