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LA SECULARIZACION ACTUAL 123 ilustración, que se atiene exclusivamente a los datos de la naturaleza y a la interpretación de los mismos por la razón. Admite todavía a Dios. Pero el Dios deísta de los ilustrados no tiene por qué preocuparse de los afanes y dolencias de los hombres. Se ha dicho del deísmo que no tuvo tiempo para declararse ateo. La frase indica que de hecho dio paso al radical ateísmo del siglo XIX. Este gran siglo de la filosofía y de la ciencia se quedó sin Dios por los caminos del idealismo transcendental, del positivismo científico y del materialismo marxista. Atea la cultura, todavía el pueblo sigue sintiendo la presencia de Dios. Pero los días que hemos vivido nos han deparado lo que Pío XI llamó el gran escándalo del siglo XX: el ateísmo de las masas. Estos tres momentos, vistos desde las creencias religiosas, ponen bien en relieve que el proceso histórico de la pérdida de Dios es un proceso de pérdida, no de ganancia. ¿Todo fue pérdida en el mismo? Quede por ahora la pregunta solamente formulada. 2) Desde la vida del pensamiento Ortega y Gasset, al preguntarse por las crisis de nuestra civilización, advierte que al final de la edad media el hombre pierde su fe en las creencias ancestrales y busca en sus propias ideas la respuesta a sus problemas. Interpreta la época del Renacimiento como la búsqueda de un asidero donde agarrarse después del naufragio de la fe. Lo halla en el siglo XVII en la razón matemática. Durante tres siglos Europa va a vivir espiritualmente de su fe en la razón matemática. Uno de los orácu– los, el filósofo francés Renato Descartes hace esta solemne declaración: «Todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen las unas a las otras. Sólo con cuidar de no recibir como ver– dadera ninguna que no lo sea y de guardar siempre el orden en que es preciso deducirlas unas de las otras, no puede haber ninguna tan remota que no pueda, a la postre, llegar a ella, ni tan oculta que no se la pueda descubrir» 2 • «Qué petulancia mañanera hay en esas magníficas palabras», exclama Ortega, poco dado a exclamaciones. Y en verdad tenía motivo para ello. El hombre, desde entonces, ha creído poder conocerlo todo. Ya no existen misterios naturales para él. Y los sobrenaturales que Des- 2 J. ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema. Obras Completas, t. VI, o. 15. La exclamación orteguiana citada en el texto, en p. 16.

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