BCCCAP00000000000000000001672

10 AURELIO LAITA · Según estas definiciones, los elementos en que podrfamos fijarnos son lo~ siguientes: a. el cambio social se da cuando se alteran los modelos de relación de hombre a hombre; b. exige cambio en la estructura social; c. también en los significados y valores de una sociedad (el hombre, la vida, la religión, la patria, etc.) 7 ; d. el cambio se produce por variaciones significativas, es decir, las que tienen consecuencias nuevas para el sistema social y en consecuencia modifica el curso de la historia s. Olegario G. de Cardedal dice que «el cambio, antes que un hecho exterior y adveniente al hombre desde fuera, es una realidad interior a su misma conciencia. Se da cambio en la vida humana cuando el hombre entra o decide entrar en una nueva rela– ción consigo mismo, con la naturaleza, con la sociedad o con el futuro. Esta nueva relación puede estar constituida por la aparición de nuevos elementos reales, no existentes con anterioridad; por la nueva manera de sentirse encuadrado entre el conjunto de elementos existentes ya, o final– mente por la nueva actitud desiderativa desde la cual el hombre decide situarse ante el futuro; actitud desiderativa que se convierte entonces en agente de nuevas situaciones. Son fuente de cambio las nuevas cosas que hay o el diseño de instrumentos y técnicas para crearlas, pero sobre todo las nuevas ideas sobre lo que hay, los nuevos deseos de lo que debe hacer, y finalmente el temor de que no haya lo que se anhela como necesario» 9 • Como vamos a ver más adelante, todos estos elementos se dan en nuestro tiempo y es ·· por lo que se puede hablar de verdadero cambio social y más aún de situación de cambi9, entendida ésta «como sensibi– lidad primigenia o de apetencia radical de cambio como determinante de unas generaciones o épocas históricas, que se inclinan por la movilidad y la inmutación activa de las realidades y valores que les han sido lega– dos. Frente a ellas tenemos otras generaciones y épocas históricas que, por el contrario, sienten una previa inclinación por la estabilidad y la mantención de las realidades y valores que han heredado» 10 • Nuestra épo– ca, no cabe duda, pertenece a las primeras. 7 G. BETÉS, L. - SARRIÉS, L., Estructura y cambio social/ 2, Verbo divino, Estella, 1974, pp, 310-312. 8 BASELGA, E., o. c., p. 15s. ; . 9 G. DE CARDEDAL, o. · BENZO, M..., Cambios históricos e identidad cristiana, Sígue– me, Salamanca, 1978, p. 15. En la misma linea se expresa CAÑIZARES, A., o. c., p. 15s.. 1.0 G. DE CARDEDAL; 0. - BENZO, M ..., O. c., p, 16.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz