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LA NUEVA SOCIEDAD 41 inculturación no está limitado en su desarrollo a los pueblos de las cul– turas no occidentales. Lanza un reto a la misma misión de la Iglesia en todo el mundo 86 y también a la vida religiosa en particular, a la nuestra en concreto, que debe asumir la identidad de los pueblos y naciones en sus aspiraciones y peculiaridades, conjugar unidad y pluriformidad no solamente a nivel mundial o nacional, sino también local y comunitario, en su inserción en un medio determinado " 7 • Este último aspecto de la inserción constituye un nuevo desafío a la vida religiosa que venía ca– racterizada por la «fuga mundi», y aún hoy día son muchos los que así la consideran. El mismo Concilio admite una neta distinción con los se– glares que tienen sus campos de apostolado en las estructuras sociales del mundo. Pero el problema o el reto ha venido a la vida religiosa por vía de hecho y por varias razones: a. los religiosos han salido al mundo como un intento de respuesta a la acusación que se les hacía en la nueva sociedad de evadidos, de ajenos a las necesidades de los hombres de hoy, de encastillados en una situación de privi:legio en duro contraste con las clases bajas; b. la participación en la construcción del mundo secular, rasgo del hom– bre de hoy, también la han tomado en serio ellos, ciudadanos, como los demás hombres de su país; c. para dar respuesta al grito de los pobres-pobres de que les hablaba la Ev. Testificatio, nn. 17 y 18, y que es un grito desde la miseria colectiva, que les exige la lucha por la liberación, desde la misma situación encarnada de los pobres. Grito recordado en numerosas ocasiones al mundo franciscano. Este reto de la inserción pone en cuestión: el estilo de vida religioso que hemos vivido hasta ahora; - el trabajo: ¿ha de hacerse en obras propias o en instituciones secula– res? ¿en qué condiciones: con contratos laborales personales o de la Congregación?; - el trato con las personas fuera de la institución y la comunicación intersexos, con todo el problema en la formación para la virginidad consagrada; sa XXXII Congregación General de los Jesuitas, p. 100s. 87 ALVAREZ, J., a. c., en Vida religiosa 42 (1977) 34; ARRUPE, P., o. c., p. 55.
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