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LA NUEVA SOCIEDAD 35 En las altas esferas de la glesia, en cambio, parece que se apuesta por una restauración del universo religioso anterior al proceso de seculariza– ción, al menos en aquellos ámbitos en que esto sea hoy viable. También entre los fieles hay un miedo al desconsuelo de lo incierto y una nostalgia del pasado protector. En teología, tras la euforia secularista, se empieza a tocar fondo, a descubrir las razones míticas de toda racionalidad, la dimensión política de una fe postiluminista, la vaciedad de un secularismo que no reconoce esas raíces y esa dimensión y la necesidad de un reencuen– tro postsecular con los mitos y las formas de religiosidad popular» 78 • Lo que no cabe duda es que ahí está el reto y que en configuración del futuro inmediato se debe intentar dar una respuesta. 3.3. Incidencias en la Iglesia Todo lo que desafía a la fe, desafía también a la Iglesia. Pero quiero detenerme en un desafío que el conocido teólogo J. Bautista Metz expuso en la reunión de teólogos y sociólogos de Notre Dame (Indiana), cele– brada del 29 de mayo al 1 de junio de 1977 y que trataba del tema gene– ral «Hacia el Vaticano 111». Dice asi: «Los cambios ocurridos en el campo de los problemas sociales a escala mundial han planteado una nueva situación histórica que supone también un desafío para la Iglesia universal. Los grandes problemas sociales de nuestro mundo ya no pueden explicarse por la oposición Este-Oeste. A este conflicto entre el Este y .el Oeste (de que ya hemos hablado en otro lugar de esta ponencia) ha venido a superponerse el llamado conflicto Norte– Sur, es decir, la oposición entre los ricos países industrializados del Norte y las zonas pobres del mundo situadas al Sur. La población de estos países meridionales es tradicionalmente y en gran parte católica. Tales países pertenecen, pues, a la Iglesia católica. Dentro de la Iglesia universal, por consiguiente, este conflicto Norte-Sur pasa a un primer plano y se mani– fiesta en las relaciones entre la Iglesia de la Europa central y Norteamérica con la Iglesia del Subcontinente Latinoamericano. ¿Cómo afronta la Iglesia esa situación? ¿Cómo afronta la Iglesia una los notorios conflictos de clase que se dan entre los países del Norte y del Sur, cuando los abarca a todos? ¿Son compatibles estos conflictos de clase con la unidad viva de la Iglesia? ¿Cómo armonizarlos en una Iglesia que pretende ser la comunidad de una única mesa eucarística, signo alzado de la unidad escatológica? ¿Cómo encajará la Iglesia el hecho de que den- ,a HORTAL, A., Ideas para el futuro, en La configuración..., p. 198; Dou-ALVAREZ BOLADO... , Religión postsecular.

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