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32 AURELIO LAITA Pero no es éste el único efecto del culto a la eficacia. Hay más; tiende a eliminar la moral de la buena intención. Esta no tiene ninguna importancia en una sociedad marcada por la eficacia. Y tiende también a suplantar directamente la ética, los valores morales por la producción, la opción interior por el análisis científico y la pretensión de elección, de acuerdo con una valoración ética por la ciencia de la decisión. Este rasgo del culto a la eficacia lo encontramos prácticamente en todos los campos, incluso hasta en la evangelización. Lo «desinteresado» desaparece en beneficio de lo utilitario o de aplicación directa. La eco– nomía y la misma política van perdiendo sus contornos humanos y son victimas de una cuantificación avasalladora 71 • Esta sería la otra cara de la técnica, cuyos valores indudables ya han sido recogidos más arriba en la primera parte. Pero no podemos menos de indicarla porque va a tener su impacto en nuestra vida religiosa. Y eso limitándonos a un solo aspecto sin enumerar otros muchos riesgos que los autores señalan 72 • 3. Desafío de la nueva sociedad a nuestra vocación franciscana Esta nueva sociedad constituye un reto histórico a nuestra vida reli- giosa en su vida y estructuras pasadas. Y es que «toda realidad nueva que aparece en el horizonte de la vida humana, dice G. de Cardedal, sobresalta al hombre y ponen en cuestión su instalación en el mundo. Porque para ser o vivir el hombre necesita inventariar, situar y ordenar jerarquizando la totalidad, y sólo desde esa ordenación y jerar– quización de la totalidad el mundo aparece como una realidad con sen– tido, es decir, como un cosmos. Por ello cuando aparece algo nuevo e insólito, no integrado, el hombre se siente amenazado. Sospecha que quizá ese elemento desconocido pueda quebrar la coherencia instaurada por él con tanta dificultad o la declare falsa, declarando con ello falsa su propia existencia. La amenaza del caos, de la precariedad, o incluso de la irreali– dad de la propia vida aparecen entonces como peligros o incluso intentos de des-identificar al hombre, tal como de hecho él había vivido hasta ese momento» 78 • 11 ALBERDI, R., a. c., en VI Semana interprovincial..., p. 39. 72 CAÑIZARES, A., o. c., ¡:i. 31. 73 G. DE CARDEDAL, o., a. c., en G. DE CARDEDAL, O. - BENZO, M... , o. c., p. 17.
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