BCCCAP00000000000000000001671

Por una mariología ni excluyente ni excluida 289 Asunción de la Virgen 62 , al menos Buenaventura es claro en su concepción de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al cielo 63 • Y es citado por Pío XII en la encíclica definitoria del dogma «Munificentissimus Deus» 64 • b) El Beato Juan Duns Escoto tiene una especial importancia histórica y es– piritual como el teólogo al que se debe la exaltación de Cristo con su tesis fa– mosa de la predestinación absoluta de la Encarnación y, después, la indiscu– tible genialidad con que, en la defensa de la Inmaculada Concepción de Ma– ría, toma como base justamente la misma razón de la que partía la opinión de grandes teólogos de entonces para impugnarla: la suma excelencia de Cristo, Redentor y Mediador universal. ¡Transforma la espada en escudo!, se dice. María es precisamente el trofeo más precioso de la victoria que Cristo logró con sus méritos redentores sobre el pecado y el demonio. Nada, pues, de sustituir a Cristo con María. María sin Cristo no es nada ni nadie. Para Escoto es evidente que Cristo ha sido predestinado antes de todos y de todo, como hombre~Dios. Consecuentemente en su predestinación a ser hombre entra esencialmente la Madre - no como un instrumento neutral, sino como persona - por la cual se hace hombre. Porque Cristo no fue un hombre creado de la nada, como lo fue el mundo, o directamente de la tierra como Adán, sino como perteneciente a la familia de los hombres, enraizado en la hu– manidad como Hijo del hombre (concretamente «nacido de mujer»). La trascendencia de María sobre todas las demás criaturas es una conse– cuencia lógica de la trascendencia de Cristo: Admitido que Dios, en el actual orden existencial, ha querido que Cristo naciese de una mujer, lógicamente se deduce que la predestinación de Cristo conlleva la predestinación de María, y que el primado absoluto del uno comporta el primado absoluto de la otra 65 • 62 Marie dans le dessein de Dieu, I, n. 47, 728. 63 "Rebosaba de las delicias celestiales más que la celeste congregación de los santos, no sólo en cuanto al alma, sino también en cuanto al cuerpo, el cual piadosamente se cree, y también se prueba, haber sido glorificado en la asunción del alma". Serm. 2 De Assumpt., en IX, 692a; BAC, IV, 865. "Tú, ¡oh Madre de Dios!, a quien glorificamos en cuerpo y alma en el cielo, ensalzada con especial honor, brillarás con luz resplandeciente. Serm. 4 De Assumpt., en IX, 698b; BAC, IV, 893. Cf. Solil. 4, 26, en VIII 65b-66a; BAC, IV, 301. 64 AAS 42 (1950) 765: "¿Quién es ésta que sube del desierto... ? (Cant 8,5). De donde puede de– ducirse que está allí corporalmente, pues teniendo en la ciudad del cielo un orden especial de perfec– ción..., y la persona no es el alma sino el conjunto, es evidente que está allí según el conjunto, es de– cir en cuerpo y alma: de otro modo no tendría fruición consumada". Serm. I De Asumptione B. Ma– riae, en IX, 690a; BAC, IV, 855. 65 Cf. La dottrina mariologica di Giovanni Duns Scoto, a cura di R. ZAVALLONI e E. MARIANI, Ro– ma 1987, 54.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz