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Por una mariología ni excluyente ni excluida 287 la ruina de la humanidad, también los dos sexos (Jesús y María) colaboraron en la salvación 48 . En el sermón 26 sobre la Natividad del Señor dice: «Puesto que la Virgen concibió al que es cabeza de todos los elegidos y del cual son miembros todos los que se salvan, ella debió tener una caridad tan grande de poder amar a todos los elegidos con afecto materno» 49 • Maria es «la puerta del cielo; es decir, que nadie entra en el cielo si no es por ella, ni salió nunca del cielo una gracia sino por ella, porque sin la fe en el Hijo de Dios nacido de María Virgen nunca entró ni entrará nadie en los cielos... Pero ¿qué clase (de puerta del cielo es María), cuando el Señor dice: Yo soy la puerta (Jn 10,9)? No hay contradicción porque la puerta (porta) está en el pórtico (ostium) o puerta grande, como era en el templo, donde había dos puertas que se abrían simultáneamente (cf. lRe 6,34)» 50 . Según el Seráfico Doctor, la obra de nuestra redención, iniciada en la En– carnación, se completa en el sacrificio de la cruz, en el cual Cristo «se entre– gó a sí mismo por nosotros, ofreciéndose a Dios en sacrificio de suave olor» (Ef 5, 2). Esta oblación tuvo un preludio en la oblación que María hizo de Cristo el día de su purificación. Y junto con María se consuma en el Calvario: «Se unen el trono de la gracia, e. d. la Virgen María, y el trono de la miseri– cordiá, e. d. la Cruz de Cristo. "Acudamos, pues, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna" (Heb 4,16)» 51 . «La Virgen pagó el precio (Cristo) como mujer fuerte y piado– sa, con su piedad para con el mundo y especialmente para con el pueblo cris– tiano»52. «Jesús no reverencia en María a una madre cualquiera, sino a una madre de singular suficiencia, de singular magnificencia y de singular diligencia. Fue en efecto la Virgen madre de singular suficiencia, porque se bastó ella sola pa– ra engendrar sin obra de varón, infundiéndole el Espíritu Santo milagrosamen– te la virtud generativa. De singular magnificencia, porque, fuera de ella, nin– guna madre engendró a Dios, permaneciendo además virgen después del par- 48 Cf. Serm. 3 De Assumptione B. V. Mariae, en IX 695a; BAC, IV, 879. 49 Serm. 26 In Nativitate Domini, en IX, 125a. 50 Serm. 6 De Assumptione B. V. Mariae, en IX, 705b. 51 Serm. 1 Feria sexta in Parasceve,en IX, 259a. 52 De donis; col.6, n.20, en V, 487a; Los siete dones del Espíritu Santo, en Obras de San Buena– ventura, V, BAC, Madrid 1948, 535.

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