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Por una mariología ni excluyente ni excluida 285 del sensus fidelium, asistido por el Espíritu Santo dentro de la dirección del Magisterio de la Iglesia. Esto tiene que dar como resultado una dimensión afectiva y si se quiere ge– nerosa dentro de la letra de las narraciones escriturísticas. San Lorenzo de Brindis se figura preguntando a san Mateo por qué nos ha dicho tan poco acer– ca de María. Pero se siente satisfecho imaginando su respuesta: Basta con de– cir que es la Madre de Cristo. Y el santo considera como una gracia de Dios dejar a nuestra devoción ir descubriendo lo que tal realidad encierra43 . Nos encontramos, pues, con que la devoción de los doctores franciscanos, guiada siempre por la seriedad teológica y dentro del sentido sobrenatural de la Comunidad cristiana, pero matizando de afecto su discurso sobre María, irá desentrañando el contenido de la fe con una exégesis, que hemos llamado ge– nerosa44. No pudo serlo más con Cristo, a cuya mediación no se substrajo ninguna realidad ni en el cielo ni en la tierra, ni en el tiempo ni en la eternidad. Y te– nía que serlo con María, no por nuestra condescendencia humana mediante atributos imaginarios, sino por el reconocimiento de la condescendencia divi- 43 "Se le podría preguntar al santo evangelista acerca de esta María: de qué estirpe procede, quié– nes fueron sus padres, etc. Pero al evangelista le basta saber que de Ella ha nacido Jesús, que es lla– mado Cristo (Mt 1,16). Y, habiendo indicado el fin altísimo a que María fue destinada, deja a nuestro juicio la tarea de imaginar cómo tuvo que ser formada María por la mano de Dios omnipotente para ser digna Esposa del Altísimo y Madre del Unigénito Hijo de Dios". Serm. 1 In Conceptionem lmma– culatam, en Maria/e, 407; Serm. 3 In Comceptionem lmmaculatam, en lbidem, 439. 44 San Buenaventura, refiriéndose a la excelencia de la maternidad divina, piensa que "cuanto se dice en alabanza de la Virgen María, no es exagerado, sino insuficiente". Serm. 3 De Assumptione B.M. Virginis, IX, 693b; Obras de San Buenaventura, BAC, IV, Madrid 1947, 871. Escoto, por su parte, cree que "si no repugna a la autoridad de la Iglesia o de la Escritura, parece justo atribuir a María lo que sea más excelente". Ox. III, d.3, q.1, n.10, en Ed. VIVES, París 1894; XIV, 165b. Y refiriéndose a Cris– to afirma: "Tratándose de Cristo prefiero excederme más que ser deficiente en las alabanzas a Él de– bidas, si a causa de mi ignorancia tuviera que decidirme por una de las dos alternativas". Ox. III, dist.13, q.4, n.9 en XIV, 463b. Y San Lorenzo de Brindis, en el tema de la Inmaculada Concepción, después de afirmar que no se encuentra explícitamente en la Escritura, dice que merece la pena afir– marla "como obsequio a la Santísima Virgen". Serm. 3 In Conceptionem lmmaculatam, en Maria/e, 447. Cf. ALEJANDRO DE VILLALMONTE, El argumento "ex caritate" en la doctrina trinitaria de San Buenaventura, en Rev Esp Teol 13 (1953) 521-547; J. GARRIDO, El "argumentum ex pietate" en la Es– cuela Franciscana del siglo XIII, en Verdad y Vida 26 (1968) 291-353. Lo anterior es una respuesta a quienes miran a la teología y piedad católicas enturbiadas por un "fanatismo afectivo" (según la cali– ficación del Boureux, citado por A. LANGELLA, La recezione critica del documento di Dombes. Valori e limiti, en Marianum 61 [2000] 324), y que se escandalizan de la piadosa frase de Maria numquam satis, citada como contrapuesta a los límites de la regla de fe en la primera parte del documento Ma– rie dans le dessein de Dieu, I, [présentation], 722 y luego en el n. 43, 728.

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