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260 TEÓFILO E. DE GUSENDOS antigua, que ciertamente no facilita la lectura. Así por ejemplo el signo f (s), la~. la u en vez de v y viceversa, la tilde sobre las vocales y la q. Además de estas tres ediciones, El ente dilucidado ha tenido una edición parcial, concretamente la duda VI de la subsección VI de la sección IV: « Si el hombre puede artifciosamente volar». La edición, con una presentación, ha sido realizada por Alfonso Reyes, con este título: ANTONIO DE FUENTE / LA PE&A. / Si el hombre puede arti– ficiosamente / volar. / (1676) / Con cuatro grabados de / MARGUERITE BARCIANO. / Río de Janeiro / Edición de ALFONSO REYES / 1933 / Of. Villas Boas. / / Se trata de un opúsculo, más bien para bibliófilos, de 27,5 cm. y 71 páginas mas dos hojas, una con el índice y la otra con el colofón 10 • Estructura, contenido y fuentes El texto propiamente dicho de El ente dilucidado, consta, como ya hemos indicado, de una « Cuestión única, en que se prueba que hay ani– males invisibles, y ·que por la mayor parte lo sean los que llamamos duendes, trasgos y fantasmas». « Confieso - explica el P. Fuentelapeña a continuación - que es ardua y dificilísima su resolución y totalmente secreta: ...y así la habremos de rastrear de la rawn, de símiles, conjeturas y congruencias ». Distribuye la materia en cuatro secciones, « fundamentos radicales de este edificio » - había dicho ya en el prólogo. Si la amplitud del asunto lo requiere, las desdobla en subsecciones y dudas. Resumimos someramente el contenido, citando entre paréntesis los números marginales o párrafos, Sección I: « En que se dificulta si hay animales que se produzcan de la putrefacción» (§§ 1-35). La respuesta es afirmativa, conforme al sentir más general de filósofos y científicos coetáneos y que, de hecho, no se desarraigó totalmente hasta después de las demostraciones expe– rimentales de Louis Pasteur (1822-95), ya mediado el siglo XIX. Sección II: « En que se dificulta si pueden darse in rerum naturae animales invisibles» (§§ 36-542). No hay que olvidar el desconocimiento casi total, en aquel entonces, del mundo microscópico. Los contemporáneos del P. Ftientelapeña, F. Redi (1621-97), A. van Leeuwenhoek (1632-1723) y R. Hooke (1635-1703), ensayaban las primeras investigaciones con lentes rudimentarias, resultados confusos e interpretaciones contradictorias. El límite extremo del mundo «visible» para el P. Fuentelapeña eran el arador, el ácaro y los íátomos » o polvos flotantes en un local obscuro y visibles en un rayo solar que lo atraviese. No obstante declara: « Res– pondo que a mi ver, no repugna en lo natural el que pueda darse algún animal que sea invisible, a lo menos secundum quid» (§ 38), esto es, 10 De esta edición se hizo una tirada de 300 ejemplares, en papel especial. Cf. The National Union Catalog. Pre-1956 Imprints, vol. 187. [Chicago, IL] 1972, 291.
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