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ANTONIO DE FUENTELAPEÑA, UN CURIOSO ESCRITOR 281 lo testifica su destinataria ideal, Lucinda: « Digo, pues, Padre mío, que luego que recibí la respuesta de V.P. (que se halla al fin del Retrato divino, en el folio 513) con la cual se alentó tanto mi consternación, para no desistir del camino comenzado, y luego que conocí por la parábola de la pastorcilla (que allí me puso V.P.) no ser dificultoso el camino de la perfección, como me lo acriminaba mi fantasía, traté de proseguirle como antes, por medio de la mortificación de los apetitos y pasiones, y traté de continuarle por medio de la oración afirmativa y negativa, en que V.P. últimamente me puso, cuando al despedirme (en el folio 512) me aseguro que me daría documentos de más alta oración y perfección, cuando nos volviésemos a ver... » 35 • El nuevo libro cumple aquella promesa. Con Retrato divino formaba sin duda, en los planes y realizaciones de su autor, lo que un censor y testigo ocular denomina « los cuadernos de Lucinda » y declara haber observado, « por espacio de más de veinte y dos años » en contacto con el P. Fuentelapeña, la aparición de sus ideas y su traslado al papel « desde lo más escondido de su espíritu» 36 • Pero es el propio P. Antonio quien mejor expresa la meta intentada con su última obra. En el pvólogo declara por motivo de la misma « salir al camino y cortar enteramente el paso a ciertos libros» que enseñan « una doctrina tan perjudicial como caprichosa ». Autores hay « que, impacientes de puro temerarios, ponen las almas todas desde sus principios en la oración de fe... Otros, más detenidos (no por más pru– dentes, sino por más cobardes), no permitiendo a las almas se dispongan a la contemplación, las traen siempre arrastradas en una continua me– ditación... Otros enteramente doctos y sobredoctos..., con arte pruden– tísima, sin excluir las almas de la oración de la fe, las ladean y con algún exceso las inclinan a la meditación por menos perjudicial... Sin ladearme a ninguna de las partes... refutaré la doctrina que no encontrare sana, en cualesquiera libros que la encontrare... Mi intención sólo se extiende a quitar a las almas los tropiezos que se encuentran en dichos autores, y a enseñar a los principiantes los medios verdaderos con que debe procurarse la cristiana perfección ». En la exposición utiliza el método dialogado. Lucinda, la discípula ansiosa de aprender, manifiesta su ignorancia, pregunta, expone dudas, temores y dificultades, y el maestro responde y satisface sus deseos: precisa la cuestión, disipa las dudas y temores, declara y razona la verdadera y sana doctrina y la confirma con la autoridad de la sagrada Escritura, santos Padres y escritores ascético-místicos; explana y comenta sus textos y los aclara con símiles, ejemplos o sucedidos reales. El estilo castizo y pureza de la frase, la riqueza lingüística y giros elegantes, la carencia de adornos oscuros, rebuscados y más o menos extravagantes en boga, el uso de expresiones lozanas, espontáneas, llenas de unción y 35 Escuela de la verdad, 9s. 36 !bid., aprobación de la obra por el doctor Sebastián Cavero.
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