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276 TEÓFILO E. DE GUSENDOS que excede infinitamente a todo humano discurso, por el conocimiento de las criaturas y de la naturaleza podemos rastrear al Creador. El alma sabe que todo lo que conoce de Dios, no es como ella lo entiende y concibe, sino muy sobre todo nuestro saber y entender, y con esta humilde confesión, queda la voluntad amando lo que no puede comprender el entendimiento, hasta que entra la fe desnuda y pura, que mira a Dios y con El se une el entendimiento y la voluntad. Tema III: « De mi Dios es la cara / un puro cielo, / pues quien la goza / tiene sólo en mirarla, / perfecta gloria ». La gloria y bienaventu– ranza eternas consisten en mirar y admirar, con gozo inexplicable y por toda la eternidad, aquel divino rostro (59-62). Discurso III: De la hermo– sura de Dios (62-83). Es la misma substancia de su divino ser, perfectiva– mente hermosa y razión de toda hermosura, incluso de la de los seres creados, participación de la del ser increado, rasguños y muy pequeñas líneas del ejemplar divino. Tema IV: « Muy hermosos y largos / son sus cabellos, / pues con lo inmenso / se regula y se mide / su entendimiento». Los pensamientos, simbolizados en los cabellos largos, grandes e inmensos, significan la inmensa sabiduría de Dios (84-86). Discurso IV: De la sabiduría divina (87-109). Dios es esencialmente sabio, la misma sabiduría eterna e inmu– table, que ve y comprende todas las cosas, las traza y ordena; es la inventora de todas las artes e invenciones. Tema V: « Frente muy bella tiene / el Rey de vida, / pues sin dobleces, / una bondad muy tersa / muestra su frente ». De las señales de la frente se colige claramente la infinita bondad de Dios (109-112). Discurso V: De la soberana bondad (113-129). Lo mismo es en Dios tener ser, que el ser santo. La bondad divina es como un piélago inmenso e insondable que redunda y rebosa fuera, derramándose en las criaturas desde toda la eternidad; ella nos pide que le amemos con todo nuestro corazón, mente y fuerzas. Tema VI: « Cejas flecheras tiene / cuando se irrita; / pues que celoso / flechas tira al ingrato / de puro enojo». Las cejas en arco, rigor publican y Dios se llama « Dios de los celos y de las venganzas » (132-135). Discurso VI: De la justicia divina (135-157). Dios todo lo ve, lo sabe y lo trasciende; atento al premio y al castigo, determina todo con penetración de mérito y demérito. La misericordia divina declara su justicia. Mucho te espera el que es misericordioso, pero al cabo le reconocerás justiciero tanto más cuanto más te espere. Tema VII: « Ojos tiene admirables / mi amado dueño; / pues que piadosos, / cuanto miran atienden / para el socorro ». El halago y dulzura de los ojos divinos evidencian la piedad y dulzura de su corazón (158-160). Discurso VII: De la divina misericordia (161-190). Efectos de esta piedad divina experimentamos en las inspiraciones, remordimientos y estímulos. La mayor misericordia de Dios en esta vida es levantar el alma al estado de esposa suya mediante la divina unión.

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