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ANTONIO DE FUENTELAPEÑA, UN CURIOSO ESCRITOR 273 estar ultimado en 1681, como se desprende de la licencia de impresión otorgada por el general P. Bernardo de Porto Maurizio el 4 de setiembre, en Madrid, con motivo de la visita pastoral y celebración del capítulo provincial. Después de las aprobaciones fechadas el 22 y 24 de febrero de 1685 respectivamente por los PP. Sebastán Velarde y Francisco de Arias, ambos de los clérigos menores, el Consejo concedió la licencia el 28. La obra deb~ó aparecer ya entrado mayo, siendo de primeros de abril la fe de erratas y la tasa que fijaba en seis maravedís cada de uno de los 21 pliegos y medio. La finalidad se trasparenta ya en la dedicatoria-oración: « Al Sumo y divino Ser increado, Deidad soberana, Señor del universo, Rey de la gloria y Emperador de los cielos », a quien « consagra su Retrato divino el más indigno esclavo suyo», a la vez que le pide lo retoque « de su sapientísima mano..., para que os amen las almas incesantemente en este destierro, hasta que, libres de la prisiones de esta vida, os vayamos a alabar y gozar eternamente en la otra». En el pvólogo a Lucinda - la imaginaria destinataria de la obra - manifiesta el autor el porqué del título elegido, el estilo en parte poético y el hito perseguido: « El fino amante, ausente de la prenda amada, desmiente la ausencia con un retrato... ». A ejemplo de esta invención del amor humano, « pinté métricamente la soberana perfección a la moda que se pinta la hermosura humana », para que « introducidas las perfecciones divinas en los humanos corazones, les preserven, les ilustren, les enamoren y les abrasen... Necesitamos en este mundo de semejantes símbolos y retratos..., hasta que en la otra vida..., sin figura ni enigmas, en quieta y clara posesión llegues por toda una eternidad a gozar el original cara a cara». Ediciones (1685, 1688) En torno a esta obra han creado una grande confusión autores y repertorios bibliográficos. Ya desde ahora, y con ejemplares a la vista, afirmamos categóricamente que el título verdadero y único es Retrato divino, y que tuvo solamente dos ediciones: 1685 y 1688 zs. En la primera edidón, el dibujo de la anteportada - de un tal J. F. Leonardo - es una especie de ventanal barroco, en cuyo interior hay un globo terrestre con esta inscripción: « Mi Reyno no es de este Mundo. S. luan Cap. 18 ». Sobre el globo, Lucinda, de rodillas y con el cora2ión en las manos, mira hacia la parte superior, donde, en el centro de un círculo de luz radiante, se lee en caracteres hebreos: « Yahveh ». Coros de cabecitas angélicas, formando arco entre Lucinda y el nombre, lo aclaman: « Santo, santo, santo santo, Señor, Dios de, Sabaot ». La parte inferior del dibujo muestra una especie de lápida o cartela con 28 De esta obra, rarísima, hemos visto tres ejemplares, pertenecientes a la Biblioteca Nacional de Madrid, signaturas 2/58546 y 3/5771, y al Archivo Provincial de los Capuchinos de Castilla (Madrid). 18

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