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ANTONIO DE FUENTELAPEÑA, UN CURIOSO ESCRITOR 269 positiva y laudablemente El ente dilucidado, resaltando que su teoría de la atracción universal antecedió, en diez años, a la reiterada y expuesta por Newton 21. El literato Juan Valera, comentando el dictamen de Castro, amplía las alabanzas al libro: « Yo diré que el P. Fuentelapeña lo adivinaba todo de tenaZ!Ón, como se dice vulgarmente. Como no hubo jamás ingenio más invencionero ni atrevido, ni memoria más rica de erudición, ni desenvoltura científica más grande que los de este ameno, delicioso Y candoroso ex-provincial de capuchinos, no es extraño que lo adivínase todo... ». Y llega a proponer que el libro se publicase en un segundo tomo de Filósofos españoles de la « Biblioteca de Autores Españoles » de Riba– deneyra 22. Tampoco podía pasar desapercibido el libro del P. Fuentelapeña al genio crítico de Marcelino Menéndez Pelayo, que escribía en 1876: « Al cabo, todos los curiosos lo leen con placer y ponen sobre las niñas de sus ojos como tesoro de recreación y mina de pasatiempos ,, 23 • Prometió « analizarlo en su lugar », pero no nos consta que lo realizara. En 1915 Vicente Castañeda y Alcover publioó un interesante artículo intitulado: El primer libro impreso sobre aviación, ¿es español? 24 • Después de una sucinta relación bio-bibliográfica sobre el P. Fuentelapeña, con no pocas inexactitudes, transcribe el juicio de Salvá y Mallen, asintiendo: « Ciertas son las afirmaciones de Salvá y, sin el último capítulo de que consta esta obra, es indudable que arrumbada la hubiéramos dejado ». Se trata de la famosa duda de si puede el hombre artificiosamente volar. Resume y extracta sus singulares afirmaciones, a las que - confiesa - « es justo reconocer el mayor acierto y claridad de juicio, las más de las veces ». El artículo causó gran sensación, contribuyendo a poner de relieve y de actualidad la figura y la obra del P. Fuentelapeña 25 • 21 Discurso preliminar al volumen Obras escogidas de filósofos españoles (Biblioteca de Autores Españoles, 65), Madrid, Ribadeneyra, 1873, pp. C-CII. Cf. Buenaventura de Carrocera, La provincia de Frailes Menores Capuchinos de Castilla, vol. I: 1575:1701, Madrid 1949, 405s. 22 J. Valera, Obras completas, Madrid 1942, I, 172; II, 1075-8, 1566-9; Epistolario de Valera y Menéndez Pelayo, publicado con una introducción y notas por M. Artigas Ferrando y P. Sainz Rodríguez, Madrid 1930, 43. 23 M. Menéndez Pelayo, La ciencia española (Edición nacional de las obras completas, 58), Santander 1953, 52s. Lo menciona también en: Antología de poetas líricos castellanos VII (Edición nacional, 23), Santander 1944, 375s; Historia de los heterodoxos españoles I (Ed. nac., 35), Santander 1946, 410; IV (Ed. nac., 38), Santander 1947, 395; Estudios sobre el teatro de Lope de Vega V (Ed. nac., 33), Santander 1949, 387s. 24 En Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Madrid) 33 (1915) 350-360. 25 Cf. Archivo Ibero-americano 11 (1919) 397; J. Duhem, Un capucin aéronaute. · Essai sur un curieux livre publié en 1676 par Fray Antonio Fuente la Peña, en Mercure de France 291 (1939) 565-573. En Italia se ocupaba, durante la misma década, de algunos problemas físicos similares el jesuita Francisco Lana Terzi (1631-1687); su solución del caso concreto de la nave aérea divergía de la del P. Fuentelapeña. Cf. C. Sommervogel, Bibliotheque de la Compagnie de Jésus IX, Bruxelles-Paris 1893, 1441-1445; C. Rei!ly, Fran– cesco Lana, S.J., Pioneer of Aeronautics, en The Month 205 (1958) 89-93. • Tal vez corresponda al P. Fuentelapeña otra prioridad, notable por su lúcida formulaci611, en la España de su tiempo y sobre la que no se ha llamado la atención hasta la fecha: la - de la propagación ondulatoria del sonido (§§ 1401, 1406).

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