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262 TEÓFILO E. DE GUSENDOS dificultad consiste en averiguar si dichos duendes sean los animales invisibles, que probamos ser posibles naturalmente. Hace suyas las palabras de Séneca razonando sobre los cometas: « Lo que escribimos de los cometas, Dios sabe si es verdad... A nosotros tan solamente nos es lícito inquirirlo, y conjeturado en lo que es oculto ». Y concluye: siendo esta materia más oculta, desusada y grave, « diré sobre ella lo que parezca más verisímil, según raZlón y probables conjeturas, y lo que más conduzca al consuelo de los pusilánimes » (§§ 548-549). En las subsecciones II-IV trata de probar la conclusión: « Dichos duendes son animales corpóreos». Primero, lo hace negativamente, o por exclusión: estos duendes no son ángeles buenos (§ 551), ni demonios, como suponen muchos (§§ 552-561); tampoco son almas separadas, ya estén en el cielo, en el purgatorio o en el infierno (§§ 562-567); ni, final– mente, almas racionales unidas a sus cuerpos (§§ 568-579). La segunda prueba es positiva y a priori: las operaciones de los duendes muestran que son vivientes y sensitivos y, por consiguiente, que son sustancias corpóreas, vivientes, sensitivas e invisibles, a lo menos secundum quid (§§ 580-590). En la subsecdón IV aduce como pruebas: los efectos que se experimentan en los duendes; son corpóreos y dependen de la materia en el ser, hacerse y conservarse; son invisibles y mortales. Además, esta opinión desvanece el asombro y el temor que causan tales duendes, así como la facilidad con que se les puede hacer desaparecer (§§ 591-600). En la subsecdón V satisface a las objeciones e instancias de los opositores. Son éstas nueve: los duendes son demonios (§§ 601-699); son hombres (§§ 700-838); si fueran animales, habían de comer (§§ 839-870), beber (§§ 871-886), respirar, dormir y excrementar 1(§§ 887-908); habían de tener composición de tales (§§ 909-915) y sentidos (§§ 916-930); hacer violencia a los dormidos (§§ 931°937); morir (§§ 938-942). La subsecdón VI está dedicada a la discusión y solución de catorce « dudas razonadas y curiosas » sobre los animales, y que, en mayor o menor grado, se pueden atribuir también a los duendes: si los bnltos pueden obrar por fin (§§ 944-957); si puede darse en ellos imperfecto juicio y discurso (§§ 958-1045), cuestión que precisa aún más: si en el sentido interno del hombre puede haber algún discurso (§§ 1046-1055), y si en su apetito sensitivo, secundum se e independientemente de la voluntad, puede haber pecado (§§ 1056-1068). Siguen en las dudas III-XIII las materias biológicas: si el alimento sea simpliciter necesario al viviente (§§ 1069-1082); si se dan en la naturaleza manjares y bebidas que alarguen más la vida (§§ 1083-1107); si el hombre puede pasarse sin comer más de nueve días (§§ 1108-1135), y cuál sea la razón de pasarse mucho tiempo sin comer (§§ 1136-1154); cuál aflija más, ¿el hambre o la sed? (§§ 1155- 1245); de dónde nazca el no sentir algunos sed, ni tener sudor, ni escupir (§§ 1246-1249); ¿en cuál de los dos tiempos extremados del estío o del invierno tiene el es1Jómago más calor para digerir? (§§ 1250-1266); si el calor natural del animal consuma el húmedo radical (§§ 1267-1279); si el animal muere ab intrínseco, esto es, si la muerte le viene de las causas que dentro de sí encierra, o si dentro de sí tiene el principio de su resolución y corrupción (§§ 1280-1295); si puede el animal, sin tener

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