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UNA MALOGRADA INICIATIVA DE RESTAURAR LA ORDEN EN ESPAÑA 357 En esta nueva fase el plan de la restauración no se proyecta a las misiones de Ultramar sino más bien a las misiones populares. Por lo demás, es evidente que la casa de ejercicios y misión» establecida en la capital de su diócesis con la disimulada intención de lanzar desde allí la restauración de la Orden, no podía prescindir de la situación político-religiosa y de la mentalidad de las nuevas genera– ciones y de la de los exclaustrados. Por consiguiente, con tal de ase– gurar la identidad de la Orden, se debía prescindir de cosas más bien secundarias, accidentales y exteriores. El padre Alcaraz, desde su observatorio de Cuenca, había tomado el pulso a quienes tenían en sus manos el destino de las futuras relaciones entre la Iglesia y el Estado y conocía como pocos las únicas posibilidades -que no eran muchas- de conseguir un éxito parcial sin comprometer las espe– ranzadoras realidades futuras. Desgraciadamente no todos pensaban lo mismo; y por falta de una visión más liberal y certera del período de transición y transfor– mación que atravesaba la nación y la Iglesia comprometieron la reali– zación de lo poco que se podía esperar. El padre José de Los Arcos, con el que tanto había contado el obispo de Cuenca para iniciar la restauración y que había sido, en realidad, hasta entonces su entu– siasta y eficaz colaborador, no estaba del todo satisfecho con las orientaciones de la «casa de misión» de Cuenca. A lo que parece, él aspiraba al establecimiento de una verdadera y auténtica comunidad capuchina según los moldes de la disciplina tradicional, inclu~o del porte del hábito. El padre Alcaraz, por el contrario, estaba conven– cido que lo que él proponía era lo más que entonces se podía obtener, sobre todo teniendo en cuenta -y él lo sabía de muy buena tinta– que las tratativas en curso para concluir el concordato excluían la restauración total de las órdenes religiosas. «La formación de esta casa de misión -le escribía el 9 de marzo de 1850- no da la espe– ranza que usted se promete, sino sólo para los que se dediquen a este santo ministerio, para el cual es cosa bien material el vestir de pardo o de negro a lo exterior, porque en lo sustancial, y aun en la forma de vida, será lo que éramos. Esta es ya una decisión que hace cono– cer que no hay restauración sino por este medio. Es asunto concluido aun en el arreglo del clero que está para mandarse a Roma.>> 38 38. Carta del obispo de Cuenca al padre José de Los Arcos, Cuenca, 9 de marzo de 1850. Pamplona, Arch. prov. cap. Navarra: Exclaustrados. La falta de entusiasmo que se vislumbra en estas últimas cartas por parte del provincial de Navarra seguramente se: explica por las esperanzas que por aquellas fechas, según parece, abrigaba el mismo de organizar en el aban-

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