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352 MELCHOR üE PO!JLADURA tearía el proyecto a las autoridades romanas. El 26 de enero de 1849 Isabel II lo presentaba al Santo Padre para la diócesis de Cuenca y la presentación fue muy del agrado del Papa. El padre Akaraz creyó que el obispado era incompatible con su empleo de comisario apostólico de los capuchinos españoles y quiso aprovechar la oportu– nidad que le brindaban las circunstancias para abrir nuevos cauces al establecimiento de la Orden en España. Hasta ahora había pero– rado la causa ante el Nuncio de Su Santidad en Madrid y ante el embajador del gobierno español en Roma. Cambiadas tan radical– mente las circunstancias, interesó directamente la Congregación de Obispos y Regulares, poniendo a su disposición el cargo de comisario apostólico, como preparación para llegar a la abolición del régimen de la alternativa al mismo tiempo que aspiraba a organizar, aunque sólo fuera en embrión, la vida comunitaria. 26 Con mucho acierto y con gran sentido de responsabilidad dirigió en febrero de 1849 al mencionado dicasterio una súplica, pidiendo que nombrara quien le sustituyera en el cargo que desempeñaba desde hacía diez años y sugiriendo una solución que, por una parte, asegurara la continuidad del gobierno de los capuchinos españoles indepediente de la suprema autoridad del superior general residente en Roma, y, por otra, hiciera viable el proyecto de organizar de nuevo según los moldes tradicionales las comunidades capuchinas en la Península. El no dudaba del buen éxito de esta iniciativa; no se tra– taba de una improvisación sino más bien de un plan bien estudiado y elaborado. El gobierno de Madrid ya había manifestado su bene– plácito a otras iniciativas similares con relación a algunas Ordenes religiosas. 27 Personalmente él se había puesto al habla con represen– tantes de la jerarquía eclesiástica nacional y éstos le habían prome– tido su apoyo incondicional. Por último, también había tanteado por medio del Nuncio Apostólico en Madrid las posibilidades y garantías que ofrecía el gobierno, pudiendo asegurar que había prometido que tomaría el asunto con el máximo empeño. Mas puesto que, a pesar de estas fundadas esperanzas, no se pre– veía el reajuste y readmisión de las Ordenes religiosas desaparecidas il secando; e morto uno di questi, di mutuo convenio possano eligersi ( !) un'altro, in modo che sempre vi siano due col Commissario, e tutti di diverse Provincie. Fra Firmino d'Akaraz.» 27. El padre Akaraz menciona explícitamente a los mercedarios y a los escolapios. Como se sabe, estos últimos habían sido autorizados a contjnuar la enseñanza aun después de la exclaustración; y les fue relativamente fácil obtener facilidades para su restauración a partir de las gestiones entre la Santa Sede y el gobierno de Madrid en 1844.

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