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LA HISTORIA UN LUGAR TEOLOGICO CUADERNOS FRANCISCANOS OCTUBRE/DICIEMBRE 1998 W 124 ¿cuántas veces oro pidiendo la asistencia del Espíritu, en "vigilia", en la actitud del centinela estando "despierto", que me permitiría estar más atento y no relajarme en el fundamento mismo del carisma por el que opto, y el que me exige ser sal y luz del ~ o u Z CONTINENTAL ~ DE JOVENES mundo, de mi frater– nidad y sobretodo dejar que mi vida adquiera sabor y luminosidad? Estos aires reno– vadores de la Igle– sia, son también un llamado a renovar– me , a no dejarme encerrar por las es– tructuras que no me impone mi forma- ción, sino que me autoimpongo, buscando seguridades. Es un llamado del Espíritu a ser renovador en mi vida, como Francisco lo fue en su tiempo, como Cristo lo fue en el suyo. No puedo y no podemos acomodarnos en las estructuras que nos ofrecen nuestro tiempo, sino que debemos, y yo el primero, ponernos de pie y volver a mirar el Evangelio con ojos nuevos, renovados , como lo hiciera Francisco, con nuevo impulso, con ese impulso que viví durante el encuentro, con ese contagio colectivo del riesgo y de fe en que podemos cambiar la historia y podemos seguir al Señor desde nuestra realidad, radicalmente, confiados y sin temor, no por una irresponsabilidad o por un riesgo desubicado característico de nosotros los jóvenes, sino porque la confianza la tenemos puesta en el Cristo juvenil que arriesgando su vida la ganó para siempre por nosotros. fil " ... f d ~ Sa«ú me ~ ... Hno. Rodrigo Israel Romero Cáriz, Postulante Hermanos Menores Capuchinos Como formando franciscano , sigo al señor Resucitado, pero sin olvidar que atravesó por el suplicio de la cruz, secreto misterio de la vocación religiosa, y animado por Francisco quién supo entender estos misterios, no puedo dejar pasar este magno evento, que como todo "terremoto juvenil" ha venido a estremecer mi comodidad y a hacerme reflexionar sobre cómo voy viviendo mi etapa de formación y hasta qué punto dejo que se encarne en mi interior. Porque creo en la juventud y creo que el Espíritu estuvo en este ECJ, creo también en la respuesta radical, generosa y respon– sable que me exige, como pienso que le exige a todo formando y aún más a todos quienes nos identificamos bajo el signo de la Tau, a ser consecuentes con la senda que un día trazara Francisco cuando caminó al encuentro de su Señor y su todo, cuando corrió al encuentro del leproso, cuando corrió libre y desnudo por el campo. Espero que todo esto no quede en el olvido, como han quedado tantas cosas que voy adaptando a mis propias limitaciones, para no sentirme tan poca cosa delante del Scf10r, y poder caminar respondiendo a este llamado del Espíritu a vivir intensamente los valores franciscanos. Al terminar esta reflexión, sólo me resta agradecer a Dios, por su generosidad al permitirme participar en esta experiencia, y darme la posibilidad de compartirla con ustedes, quizás algún día sea digno seguidor del que "amó hasta el extremo" , y no necesite ni un hábito, ni una Tau, para que al mirarme sepan que en mi corazón arde la llama del franciscanismo, que alimenta la hoguera del cristianismo, evangelio encar– nado y comprometido.
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