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-243- bién ser llamada con éxito a ese oficio. Propio de ella es estudiar dentro de sí esta palabra y hacerla fructificar de una manera viva, transparente y pecu– liar. Después de alcanzar una plena ma– durez, la mujer experimenta mejor lo que los otros necesitan y siente sus ne– cesidades. Expresa más abiertamente la fidelidad de la Iglesia a su Esposo, y al mismo tiempo está dotada de cierto sentido superior de la fecundidad de la vida contemplativa" (Venite seorsum, IV). Renovarse. ¿En qué dirección? Yo no he sabido de esfuerzos serios para reflexionar sobre en qué dirección deben renovarse las franciscanas con– templativas. Ignoro si las mismas cla– risas o los hermanos menores hayan tenido encuentros o hayan hecho refle– xión común con consultas y encuestas para esa finalidad. Sí he conocido, en cambio, criterios confusos, como dije arriba. Como la nor– ma de renovación para las hermanas de vida activa es abrirse al mundo, este mismo criterio se ha aplicado muchas veces e indiscriminadamente a las con– templativas produciendo en ellas una tremenda confusión mental y vital hasta llegar a dudar de qué son y qué deben hacer. He conocido monasterios que, debido a esta desorientación, de sus claustros han salido cinco, diez y doce hermanas, de un golpe buscando auten– ticidad y renovación. Y lo que encon– traron fue sólo duda y perplejidad. No sé por qué es; pero las contemplativas que cambian a la vida activa nunca se centran en la nueva vida. El presente trabajo quiere ser un en– sayo para reflexionar una sola cosa: en qué dirección deben renovarse las fran– ciscanas contemplativas. Y en resumen vamos a decir lo siguiente: la renova– ción de las contemplativas nunca será auténtica abriéndose al mundo y a la actividad apostólica, sino que deberá desarrollarse hacia el interior, vivifi– cándose en las tres vigas maestras que constituyen su identidad carismática: Fraternidad, Minoridad, Contempla– ción. Lograr plena autenticidad y ma– durez en estas tres líneas, he ahí su renovación. II. SELECCION E INICIACION Un folleto Nuestros monasterios tienen una di– ficultad innata para las vocaciones: no se les ve, no tratan con la gente. Allá donde la sociedad es todavía muy cris– tiana como en muchos estados mexica– nos, los monasterios son astros que res– plandecen y atraen. En lugares en pro– ceso de descristianización el monasterio no significa nada; será difícil que en estos medios broten vocaciones. Es necesario editar un folleto voca– cional para "anunciar" nuestro género de vida. Este folleto tendría que prepa– rarse dentro de los métodos modernos de comunicación en cuanto a compagi– nación, al uso proporcional de títulos, fotografías, diferentes tipos de letras y colores. Tendría que c o n t e n e r el fondo doctrinal de nuestra vida y vocación, pero en forma atractiva y clara de tal manera que no se necesi– tara mucha lectura sino que de un golpe de vista se diera cuenta el lector. Este folleto podrían las hermanas en– tregarlo a sus familiares, a los sacer– dotes que aprecian su vida, a los her– manos menores, a los hermanos de la Orden Tercera. Altas exigencias La experiencia personal me ha dado la convicción de que el capítulo de la selección de las candidatas tiene priori– dad absoluta entre todos los problemas del monasterio. Cierto que existen mo– nasterios de esplendorosa vitalidad, pe– ro también me he encontrado con mo– nasterios donde se arrastra una vida mediocre. Hay hermanas que están don– de no debieran estar. Hay hermanas di– fíciles, conflictuadas y conflictuantes. ¿ Dónde está la culpa de esto? En la mala selección. Si para cualquiera vocación hoy día se exige tanto, mucho más se debe exi– gir a las candidatas a la vida contem– plativa. ¿Por qué? Por las condiciones socio-psíquicas de la vida de clausura. Una vida encerrada es mucho más pro– picia a las psicosis obsesivas. Yo he comprobado con qué facilidad magnifi-
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